: ¡me cagan los beatles!




¡Déjenos en paz! Jamás he tragado a esa banda. Su ñoñez me causa urticaria. Su "buena onda" me provoca diarrea. Lo simplón de su música me causa sopor. Toda la parafernalia, memorabilia y mitología alrededor de esos cuatro tipos me saca ronchas. Sus canciones machaconas, simplonas y bobaliconas me dan jaqueca. ¿Cuál es la mejor muestra de que The Beatles fue una banda sobrevalorada y de mal gusto?: que dejaron a un pobre tipo insulso, gris y arrítmico como Ringo tocar la batería y, por si fuera poco, ¡lo dejaron cantar! No hubo momento del día de ayer en que los medios hicieran tregua con su mentado Beatles Day. Pfff... Ni Internet, ni la prensa, ni la tele, ni la radio tuvieron piedad. Todo porque Rock Band invirtió una millonada para el lanzamiento de su versión Beatle y porque la disquera sacó al mercado su discografía remasterizada (por tercera vez la lanzan, ahora en dos versiones: monoaural y estéreo, a unos $3,600.00 pesos cada una). Con estas cifras, a ambas compañías el día 9.9.9 (día del lanzamiento) se les debió haber hecho agua la boca por lo jugoso y lo redondo del negociazo. Y nosotros, imbéciles consumidores cautivos, tuvimos que tragarnos toda esa pesada artillería mercantil. Como si no tuviéramos ya suficiente, ahora tendremos que recetarnos todas sus canciones ñoñas, chairas y flower-power ¡en mejor calidad de sonido! Por mí que se hubieran quemado los acetatos originales en un incendio. Los que salen perdiendo en todo esto son dos clases de personas: los incautos que comprarán la guitarrita y los tamborcitos del Rock Band ($4,650.00 pesos), los disquitos re-editados por enésima vez, y nosotros, los demás, los que encima tendremos que aguantar semejante infierno. ¡Alto al beatle-terrorismo globalizado de alto impacto y de libre mercado! ¡Déjenos en paz!