El futuro
Gonzalo Garcés
Seix-Barral, 2003
De nuestra generación, es con el discurso de Gonzalo Garcés con el que me siento más cercano. Para ser honesto, lo que esperaba al abrir El futuro no era otra cosa que la segunda parte de Los impacientes (Seix-Barral, 2000, la que considero hasta ahora la mejor novela de nuestra generación). Enorme fue mi sorpresa al verificar lo contrario, al sumergirme en un texto maduro, pleno de inteligencia y un sentido del humor extremadamente fino que elude los lugares comunes y, en cambio, lanza guiños de ojo al lector más avezado.
El futuro me parece el polo opuesto de Los impacientes. Gonzalo Garcés (Buenos Aires, 1974) declaró alguna vez que le gustaría ser considerado un lector maduro antes que un escritor precoz. Sin embargo, en El futuro, ha logrado modular y bien encausar toda esas ganas de comerse la literatura y el mundo de una dentellada. No puedo explicarme ese fenómeno de otra forma que no sea por cortesía de la experiencia vital que, supongo sin temor a equivocarme, en Garcés han obrado los últimos años. Los personajes de Los impacientes, aunque rebosantes de carisma ante el lector (uno termina enamorándose de Milla, Boris y Keller por igual), no tienen la solidez de un personaje como Miguel (al que lo mismo se puede terminar detestando que amando), construido de forma muy lúcida y deliberada, síntoma de madurez como narrador.
La novela anterior de Garcés refleja la avidez por vivir, por conocer: una celebración de la inmadurez. Ésta, en cambio, abunda en sosiego, en la tranquilidad del que lo ha visto todo y que difícilmente se sorprende. La voz que ha encontrado Garcés destaca por la maleabilidad con que la dirige, al punto de haberle dado una vuelta de tuerca a su discurso anterior; su registro se ha ampliado, está repleto de modulaciones y dotado de un ritmo notable y consistente que se agradece como lector.
Ya no nos encontramos, en fin, ante el joven Garcés que se desgañita por ser escuchado en una novela de juventud, que lo juega todo en una sola tirada, sino ante un Garcés mucho más hecho al oficio que entrega una novela entera. La anécdota y la estructura están igualmente bien logradas, puntos que flaqueaban en su anterior obra.
Si un “pero” podría ponerle a El futuro sería ese tufillo de misoginia que se respira a lo largo de sus páginas. Eva, Lilith, Helena, Mona (personaje femenino de la novela)... La mujer como fuente del pecado, como fuente de todo mal y toda discordia: visión que pone en evidencia la injerencia de una perspectiva androcéntrica del mundo, donde el patriarcado dominante reina en un “orden natural” preestablecido. La sucesión del padre en la figura del hijo varón como guardián de ese orden. El futuro.
El futuro es una novela que ha venido a tapar las bocas de aquellos de pusieron en duda el talento del joven Gonzalo Garcés. Con gusto celebro que aquellas críticas viscerales que se dejaron escuchar cuando ganó el prestigioso Premio Biblioteca Breve, de la Editorial Seix-Barral, no llevaban heterónimo distinto al de la Envidia.
Brindo por El futuro, por el próximo libro de Gonzalo --que ya no puedo esperar más para leer-- y por la que será sin duda una de las carreras más sólidas de las letras hispánicas. Santé!
Gonzalo Garcés
Seix-Barral, 2003
De nuestra generación, es con el discurso de Gonzalo Garcés con el que me siento más cercano. Para ser honesto, lo que esperaba al abrir El futuro no era otra cosa que la segunda parte de Los impacientes (Seix-Barral, 2000, la que considero hasta ahora la mejor novela de nuestra generación). Enorme fue mi sorpresa al verificar lo contrario, al sumergirme en un texto maduro, pleno de inteligencia y un sentido del humor extremadamente fino que elude los lugares comunes y, en cambio, lanza guiños de ojo al lector más avezado.
El futuro me parece el polo opuesto de Los impacientes. Gonzalo Garcés (Buenos Aires, 1974) declaró alguna vez que le gustaría ser considerado un lector maduro antes que un escritor precoz. Sin embargo, en El futuro, ha logrado modular y bien encausar toda esas ganas de comerse la literatura y el mundo de una dentellada. No puedo explicarme ese fenómeno de otra forma que no sea por cortesía de la experiencia vital que, supongo sin temor a equivocarme, en Garcés han obrado los últimos años. Los personajes de Los impacientes, aunque rebosantes de carisma ante el lector (uno termina enamorándose de Milla, Boris y Keller por igual), no tienen la solidez de un personaje como Miguel (al que lo mismo se puede terminar detestando que amando), construido de forma muy lúcida y deliberada, síntoma de madurez como narrador.
La novela anterior de Garcés refleja la avidez por vivir, por conocer: una celebración de la inmadurez. Ésta, en cambio, abunda en sosiego, en la tranquilidad del que lo ha visto todo y que difícilmente se sorprende. La voz que ha encontrado Garcés destaca por la maleabilidad con que la dirige, al punto de haberle dado una vuelta de tuerca a su discurso anterior; su registro se ha ampliado, está repleto de modulaciones y dotado de un ritmo notable y consistente que se agradece como lector.
Ya no nos encontramos, en fin, ante el joven Garcés que se desgañita por ser escuchado en una novela de juventud, que lo juega todo en una sola tirada, sino ante un Garcés mucho más hecho al oficio que entrega una novela entera. La anécdota y la estructura están igualmente bien logradas, puntos que flaqueaban en su anterior obra.
Si un “pero” podría ponerle a El futuro sería ese tufillo de misoginia que se respira a lo largo de sus páginas. Eva, Lilith, Helena, Mona (personaje femenino de la novela)... La mujer como fuente del pecado, como fuente de todo mal y toda discordia: visión que pone en evidencia la injerencia de una perspectiva androcéntrica del mundo, donde el patriarcado dominante reina en un “orden natural” preestablecido. La sucesión del padre en la figura del hijo varón como guardián de ese orden. El futuro.
El futuro es una novela que ha venido a tapar las bocas de aquellos de pusieron en duda el talento del joven Gonzalo Garcés. Con gusto celebro que aquellas críticas viscerales que se dejaron escuchar cuando ganó el prestigioso Premio Biblioteca Breve, de la Editorial Seix-Barral, no llevaban heterónimo distinto al de la Envidia.
Brindo por El futuro, por el próximo libro de Gonzalo --que ya no puedo esperar más para leer-- y por la que será sin duda una de las carreras más sólidas de las letras hispánicas. Santé!