El programa "Toma Libre" víctima de la censura
La empresa Televisa se vanagloria falsamente de ser defensora a ultranza de la libertad de expresión y “el compromiso con la verdad” y bla bla blá (¡JA!: como si los años y años de hegemonía de mentiras y manipulación de “la verdad” de Zabludowsky jamás hubieran contado). Como slogan funciona bien, desde luego. En su evento Espacio 2004, dedicado a las y los jóvenes, se han abierto foros y mesas de discusión sobre diferentes temas. Una de ellas giró en torno a la libertad de expresión en los medios de comunicación, el tema central del evento. Los felices resultados del debate fueron maravillosos: la primera misión de la empresa de Emilito Azcárraga es defender a toda costa la Libertad de Expresión, la Tolerancia y la Inclusión, güeeey, osea...

Ayer sintonicé (cosa rara en mí, que ni siquiera tengo TV en mi casa) el canal 5 de dicha empresa para ver el programa “Toma Libre”, conducido por Facundo. Cuál sería mi sorpresa al descubrir que, de una emisión a otra y sin previo aviso, el programa fue sacado arbitrariamente del aire, así, sin más, sin mostrar el menor respeto o la mínima explicación a los telespectadores (tampoco al productor del programa). Curisamente el programa estaba en su mejor momento, con el mayor rating de su historia y con un creciente número de audiencia y diversidad de público.

Descubro hoy que Facundo fue víctima de la guadaña implacable de la censura de una empresa timorata y reaccionaria que –ya lo vemos— nos entrega un discurso de doble cara. El programa de Facundo salió del aire luego de cerca de cuatro años de vida, salió del aire por “irrespetuoso, por atentar contra la moral y las buenas costumbres”. (Serrano Limón, su nefasta PROVIDA y otros deben estar felices). No debería sorprenderme que en Televisa haya censura. Quizá sólo pequé de ingenuo (eufemismo por “imbécil”) al creer en una incipiente apertura en los medios mexicanos, para no variar.

Facundo era de los pocos en la programación de la televisión abierta (si no es que el único) que podía contarse entre aquéllos que tienen dos dedos de frente y que la usan para violentar de vez en cuando el criterio estrecho y adormecido del telespectador mexicano, tan acostumbrado a la gramática del zapping y a la papilla televisiva, además de poner en ocasiones en evidencia temas clave dentro de la problemática social (como la intolerancia a la diversidad sexual, la pobreza, el clasismo, etc.) con un humor ácido bien logrado. Si la televisión mexicana realmente quisiera efectuar un aseo en la calidad de los contenidos de su programación, debería comenzar por los programas que en sí son una auténtica ofensa para cualquier gente pensante, como "La Escuelita", "La Academia" y todas esas mamadas.

Todo eso no le quita lo estúpido tampoco al buen Facundo, claro, a quien manifiesto desde aquí mi entera solidaridad.