Tragedia pírrica
Hace un rato entré a mi casa luego de unos días en Guanajuato. Me encontré con la desagradable sorpresa de que la sala estaba inundada luego de (sólo puedo suponerlo) las copiosas lluvias que han estado cayendo por estas tierras.

Parte de mi biblioteca quedó inservible. Tengo el piso lleno de libros y libros y libros hinchados y echados a perder. Entre el panteón literario se encuentran Temor y temblor, de Kierkegaard, Los últimos días de la humanidad, de Karl Kraus, La embriaguez de la metamorfosis, de Stefan Zweig, Fausto de Goethe, y muchos más que no alcanzo a ver desde aquí entre las montañas de libros mojados que cubren el suelo.

Sólo queda un olor i-rres-pi-ra-ble a humedad por toda la casa. Mucha tristeza. Eso y decenas de fotos de una novia que tuve. También arruinadas por el agua.