Moleskine


01. Fin de semana en el DF. Reunión en el Pata Negra con César Abarrán y Gaby, Rafa Lemus, David Miklos, Jorge Camacho y Pepe Leyva.

02. Excursión a las ruinas de Cacaxtla y a Tlaxcala con Francesca Gargallo, Antonio, Helena y Silvia de Sanctis.

03. Entrevista con Fernanda Solórzano. Salida a Londres.

04. Llegada al aeropuerto de Heathrow. El vuelo a Barcelona se retraza dos horas, o más... Los aeropuertos son el mejor lugar para observar a la gente. Un árabe se muestra prepotente conmigo por descansar en una sala de espera. Una sucursal de Harrod's donde venden caviar, entre otras cosas. Caviar ruso, 250gr: 750 libras. Desde que salí de México traigo en la cabeza la letra de Stay, de U2: "Miami, New Orleans, London, Belfast and Berlin..." ¿Qué habrá visto Coetzee cuando llegó a Londres, qué habrá escuchado? La Coca-Cola Light sabe distinto. Adiós Londres.

05. Barcelona es una ciudad que arropa y que se deja hacer. Les abre los brazos a los visitantes. Hay una energía poderosa en el ambiente. Muchos jóvenes. Hay una mezcla de rostros y de idiomas en la Rambla. El clima es húmedo, pero agradable. Esta ciudad le deja a uno imponerle su propio ritmo. La cultura vial es impecable. A las 6.ooam aún hay mucha gente caminando por todos lados. Comida turca y cerveza española. Un graffitti en catalán: "Dona explotada explota!"

06. Un colombiano me saca plática en su restaurant. Me pregunta de dónde soy. Luego me cobra 3.50 euros por un jugo. Mi novatada. No volverá a ocurrir. La arquitectura de Barcelona es hermosa: a la ciudad medieval antes amurallada, ahora la rodea un mapa urbano perfecto. Sólo llevo un día y ya siento conocer la ciudad. Dan ganas de abrazar la piedra. La Pedrera de Gaudí. Luego la Sagrada Familia. Los sentidos están alerta para lo que pueda venir a la vuelta de la esquina. Barcelona, dicen, es ciudad de paso: uno no ha hecho un amigo cuando éste se va.

07. Quizá sea sólo mi paranoia. He sentido cierto nivel de hostilidad: una señora que no dirije la palabra al preguntarle una dirección, un pakistaní que vigila al entrar en su tienda, etc. ¿Es eso parte de ser extranjero? Sólo hasta hoy estoy en los zapatos de un extranjero. ¿Cómo habrá sido la vida de Xenakis, el extrajero perpetuo? "Xenakis" significa extranjero en griego.

08. Quizá Rafa Lemus haya tenido razón en su dedicatoria en la Moleskine (regalo de César Albarrán). Sin enmargo quiero creer que no es necesario odiar; que basta el coraje ante la adversidad. Los golpes son parte del proceso de crecimiento. Discutía con Albarrán sobre el hogar: nuestro hogar está en la persona que amamos. ¿Por qué nos obligamos siempre a empreder el exilio? Las barcas están quemadas.

09. Día de caminata por todo el Barrio Gótico y la Rambla. Mis Camper resisten valientemente. Las espalda me mata. Increíble la diversidad de la gente que camina por aquí. Mujeres hermosísimas por todas partes. Hoy, comida griega: una pita gyro y Estrella Damm. La parte más hermosa de Barca es sin duda el Barrio Gótico. Un holandés negro me detiene en la Plaza Catalunya. Ha visto que llevo el jersey de Holanda con el número 10. Me habla en holandés, luego en inglés, cuando comprueba que no entiendo. Me pregunta si soy futbolista, si soy holandés. Ja. A menos que sea Overmaars o Cocu... Hay pakistaníes por todos lados vendiendo cerveza. La cerveza y el vino son más baratos que el refresco a veces. Le compro una a uno y luego me entero que las enfrían en el agua sucia de las fuentes. Marihuna en cualquier parte del Gotic y el Raval. En los antros. Pocos mexicanos. Muchos colombianos y ecuatorianos. Acña todo mundo anda a la moda y elegante. Un inglés patea furioso una cabina telefónica porque se tragó las monedas. Los teléfonos públicos son malísimos. Creí que de inmediato sabrían en Europa que soy mexicano, cosa que no me satisfacería del todo. Pero no ha sido así. Me hablan en francés y en inglés. Europeo tampoco parezco. Me siento caminar por ahí sin identidad.

10. Los Camper resisten. Mis pies no tanto. El MACB: Museu d´Art Contemporani de Barcelona. En la plaza de afuera se reunen los skaters. Adentro me esperaba una sorpresa, una de mis piezas favoritas: Leda and the swan, de Cy Twombly. Me senté en el piso una media hora para contemplarla. Quise tocarlo. Lágrimas. Imposible describir la experiencia. Rauschenberg, Chillida, De Chirico, Braque, Picasso, Man Ray, Max Ernts. Una narración de Artaud. Proyecciones de "El silencio" de Bergman; "Una semana", de Buster Keaton; "El acorazado Potemkin", de Einsenstein. Por la noche me siento frente a la Catedral a escribir. Una muchacha francesa con dreadlocks hace malabares con fuego. Un cuareto toca algo del período clásico. Una muchacha vestida de muñeca de cuerda canta un aria. Más allá un tipo hace música maravillosa con un instrumento rarísimo, como un platillo volador. Luego descubro la Placa del Rei. Se entra sólo por un calle. En el edificio medieval han colocado un neón de unos diez metros. Toca un saxofonista. Improvisa jazz sobre el tema de los Picapiedra y luego alguna fuga de Bach. Buen lugar para descansar. Deberé hacer un esfuerzo por ser más huraño, por compenetrarme con la gente de acá. Ceno en Subway, baratísimo. Entre los condimentos tienen chiles jalapeños en rajas. Compro El País y me atienden en francés. De todas las personas que hay aquí solamente los gringos inspiran mala onda: van por ahí gritando, borrachos o buscando la fiesta; es lo único que saben hacer. En la Plaza Catalunya un negro y un paistaní discuten. Uno le lanza la cerveza al otro; éste resonde y casi se arman los golpes. Por la madrugada La Rambla se atesta de prostitutas negras que salen por todos lados.

11. Quiero rentar una bicicleta. En estas ciudades uno pasa desapercibido. Se es nadie. Por la tarde el Mediterráneo y su calma. 30º de temperatura. Un español perigue a un grupo de negros y pakistaníes. Sólo alcanza a uno. Lo sujeta y le dice amenazante que no quiere volver a verlo por su tienda. Está furioso. Deben haberle robado. En la plaza frente a la Catedral se arman las Sardanes: un baile en círculos con pasos aprendidos. La mayoría son ancianos. Los ciudadanos de Bercelona no soportan más el estruendo de la vida nocturna. Abundan las pancartas en los balcones: "VOLEM DORMIR". Queremos dormir, no a la tortura musical. Hay un grupo de charlestone bastante bueno frente al Corte Inglés, en la Avenida del Ángel. Por la noche conocí el Barrio de Gracia. Dicen que en el Raval hay un lugar donde sirven absenta. Habrá que ver. El martes veo a Gonzalo Garcés y a Rodrigo Fresán. Compré la revista Qué Leer, que hace mucho no veía en México. Hoy también estoy fulminado por el cansancio.