ozzy vs ozzy
Ozzy Osbourne
sobreviviendo a sí mismo
(y a su familia)

Al que alguna vez fuera considerado como Príncipe de las Tinieblas le ha llegado la hora de saldar cuentas consigo mismo luego de una larga época de excesos. ¿Qué ha quedado de aquella leyenda viviente del heavy metal y qué es lo que hay en realidad dentro de ese hombre que un buen día nos sorprendió con su faceta de padre de familia?

A mi mamá le gusta Ozzy

Corrían los años noventa. Yo cursaba la secundaria y era parte de un equipo de básquetbol que, a falta de mejores recursos, llevaba por uniforme una playera negra de mangas cortadas en casa, con la portada del Blizzard of Ozz de Ozzy Osbourne y números pegados a la espalda con masking-tape. Las habíamos comprado en una barata y nos pareció que uniformados así, con el Príncipe de las Tinieblas por emblema, incluso el rival más cabrón nos la terminaría pelando. El torneo donde jugábamos era dentro de la escuela; pero apenas iniciado, el director de la misma hizo que no nos volvieran a dejar jugar más por llevar esas “playeras satánicas que atentaban contra las buenas costumbres”. Ni siquiera se trataba de un colegio católico, para nada; era una escuela pública que debería presumir de su laicidad. Sin embargo, el llevar a Ozzy como estandarte de batalla nos valió no sólo la expulsión del torneo, sino una severa llamada de atención a nuestros padres. El director les advirtió que si nos permitían escuchar ese tipo de música diabólica, seguramente también fumábamos mota y sacrificábamos gallinas negras en los baños, entre clase y clase, para conseguir la muerte del profe de matemáticas (que murió casualmente por esas fechas por fumar mota mientras conducía su coche).

A partir de ese incidente mi madre le tomó mucha desconfianza a Ozzy. Emprendió un cateo descarado a mi colección de revistas Kerrang y a mis casetes de heavy metal (no se rían: los CDs entonces sólo podían comprarlos las niñas y los niños fresas), tirando a la basura gran parte de mi colección. Regla número uno en la casa a partir de entonces: “No invocarás el nombre del Príncipe de las Tinieblas mientras quieras vivir bajo este techo y comer de estos alimentos”. El colmo fue cuando, no sé cómo, mi madre sen enteró de que Ozzy alguna vez había decapitado a una paloma y luego a un murciélago, a mordidas. Puso el grito en el cielo, prestando oídos sordos a mi sabio argumento de que, más allá de cualquier connotación moral o religiosa, el único peligro que había en ello era contraer la rabia, pero que para eso había vacunas, que no la hiciera tanto de emoción.

Pero cuál no sería mi sorpresa al descubrir en diciembre pasado a mi propia madre riéndose a carcajadas frente a la TV. “Mamá, ¿de qué te ríes?”, le pregunté, y no pudo sino contestarme apuntando a la televisión: “De ese cabrón y de su familia. ¡Son geniales!”. Lo que ella veía –adivinaron-- era el especial de navidad de The Osbournes. “¡Pero mamá, tú misma me tiraste su música a la basura en la secundaria! ¡No mames!”, le dije, francamente sacado de onda.

Mi papá tiene la edad de Ozzy

John Michael “Ozzy” Osbourne, nació en Birmingham, Reino Unido, el 3 de diciembre de 1948. Si hacemos la resta, o la suma, sin necesidad de ser unos genios en matemáticas, caeremos en la cuenta de que Ozzy anda en los 55 años de edad. ¡Carajo y mil veces carajo! ¡Ozzy tiene la misma edad que mi papá! ¡Qué mal trip! Esto me causa un conflicto interno severo. ¿Qué sucede cuando un rockstar tiene la misma edad de tus padres? ¿No va esto en contra de la propia esencia de la divisa “Live and let die” que pone las reglas dentro del sistema de la escena rockera? Cuando se es rockstar (o al menos así lo fue en otra época) no valía la pena siquiera llegar a los 30 si antes no habías vivido con la intensidad y el desenfreno de alguien que ha vivido 100 en un abrir y cerrar de ojos.

Por todos es sabido que Ozzy Osbourne fue vocalista de Black Sabbath, uno de los primeros grupos de un género musical casi extinto –si no es que extinto ya--, llamado “heavy metal” (donde los vocalistas de rock sí cantaban y no rapeaban, y los guitarristas sabían más de tres acordes, pero usaban spandex en el cabello como señoras y mallas como Flans). También es conocido el ritmo del crazy train al que Ozzy se montó en esa época: no pasaba un solo día sin que se tomara su receta de dos porciones de LSD y tres cucharadas alcohol, como le había preescrito el Doctor Feelgood. Esta costumbre diaria se prolongó por dos años. Y no es que yo quiera espantarlos sobre el uso de cualquier droga (para eso están las campañas moralinas de desinformación como Vive sin drogas), pero la neta es que ningún cerebro humano puede salir indemne de un acto comparado al de recibir un tubazo macizo en la azotea al día, durante dos años: para muestra el pobre Ozzy que vemos ahora en televisión.

El temperamento hostil de Ozzy y sus adicciones lo volvieron pronto una persona con la que era casi imposible tratar. Esto llevó a sus compañeros de la banda a tomar la penosa medida de darle las gracias por su participación y su aguinaldo por adelantado, en 1978. Pero parece ser que a Osbourne poco le importó ser despedido de la que sería una de las mayores bandas de rock de todos los tiempos, ni que su esposa de entonces lo abandonara por los mismos motivos que sus colegas de Black Sabbath. A los dos años ya contaba con otra banda (y otra esposa).

El éxito profesional y monetario no tardó en llegar. Poco lugar a dudas puede haber sobre la pieza fundamental que representó Randy Rhoads para el despunte como solista de Ozzy Osbourne, luego de abandonar Black Sabbath. Rhoads fue uno de los primeros guitar-heroes que, junto a Eddie Van Halen, Steve Vai, Yngwie Malsmteen y otros, perteneció una generación de guitarristas particularmente talentosos y espectacularmente técnicos. Más que el centro creativo de la banda que reunió Ozzy en 1980 (Blizzard of Ozz: compuesta además por Bob Daisley en el bajo y Lee Kerslake en la batería), Randy Rhoads pronto se convirtió en uno de los amigos más cercanos del cantante. Ozzy y su banda probaban las mieles del éxito con su primera placa, formando equipo con su nueva representante y esposa, la ahora también afamada Sharon Osbourne. Sin embargo, para su mala fortuna, luego de lanzar su segundo álbum: Diary of a madman, Ozzy recibió la trágica noticia de la muerte de Randy Rhoads en un accidente aéreo, el 19 de marzo de 1982, cuando apenas contaba con veintiséis años de edad.

Ozzy cayó en una depresión muy severa que se prolongó por un buen tiempo, pues no sólo perdió al elemento clave de la agrupación, sino, además, a uno de sus más entrañables amigos. De esa época vienen Crazy train, Suicide solution y la poderosísima y oscura Mr. Crowley, todos himnos de Ozzy Osbourne. A esta dupla de cantante/guitarrista se le recordará siempre como una de las mejores de todos los tiempos, entre las que destacan Eddie Van Halen/David Lee Roth, Joe Perry/Steven Tyler y Jimmy Page/Robert Plant, por mencionar algunas.

Tras la muerte de su amigo, a Ozzy le sobrevino una etapa oscura que logró sortear en buena parte gracias a Sharon que, a diferencia de Thelma –su primera esposa, que optó sensatamente por no aguantar su estilo de vida y sus arranques de locura—, continuó con él a pesar de todo y rescató algunas de las cosas más valiosas que ambos tienen aún en común: su matrimonio, sus hijos y sus carreras.

Ozzy después de Ozzy

No me cabe en la cabeza cómo puede un ser humano haber cruzado del infierno y el vértigo que impone el rockstar system y volver para contarlo en primera persona, pero, en cambio, casi fallecer ante un accidente casero que a cualquiera de nosotros –simples mortales— podría habernos ocurrido. Ningún guión de reality show pudo prever esto. Otro incidente más en que la realidad le saca un paso delante a la ficción. El caso es que Ozzy Osbourne –ya no el personaje de la careta de maldito, sino el hombre de carne y hueso-- estuvo muy cerca de cruzar el umbral del infierno hace poco, el 8 de diciembre del año pasado, esta vez para no regresar jamás: presentó paros respiratorios en dos ocasiones durante los ocho días que duró su estado de coma. El todo-terreno en que paseaba por su rancho de Buckinghamshire, Reino Unido, se volcó y cayó encima de él, con todo y 600 libras de fierro sobre su enclenque humanidad. Ozzy fue llevado en estado de inconsciencia al hospital, donde se le diagnosticaron sendas fracturas en ocho costillas, en el cuello y en una vértebra. Francamente muchos lo dábamos por muerto.

Al enterarse de su recuperación, el príncipe Charles le envió una botella de whisky (desde luego don Carlitos no sabe que Osbourne era alcohólico, así es que no lo tomen como un ofensa deliberada ni como un síntoma de fino “humor inglés”, si es que eso existe). De la misma forma, el pasado 22 de enero, dentro de una emisión de The Sharon Osbourne show, la propia Sharon declaró con notable alivio que su marido estaba de vuelta en casa, que el trance y el terrible susto habían pasado, pero que a ella misma le causaba una profunda pena atestiguar la enorme cantidad de dolor corporal por el que el deteriorado Ozzy estaba pasando, al grado de no poder conciliar el sueño debido a la intensidad de las dolencias. Nadie está exento del infierno terreno que encarna el dolor físico, ni siquiera, ya lo vemos, este señor medio tocado de la mollera que proclama de vez en vez ser ni más ni menos que el Príncipe de la Tinieblas.

No son pocas las veces en que me cuesta trabajo creer que ese remedo de ser humano que aparece en televisión fingiendo más demencia de la que en realidad tiene (aunque ha dicho que las más de 40 pastillas diarias que debe tomar por prescripción, son las causantes de su comportamiento aletargado), sea el mismo Ozzy Osbourne de los viejos tiempos. En otras palabras: ahora conozco mucho más sobre las costumbres de apareamiento de sus perros y sobre los dos bodoques sobrealimentados y caprichosos que tiene por hijos que sobre su nueva música, con todo y que la alineación actual de su banda sea una de las mejores (con el regreso del poderoso Zakk Wylde en la guitarra –que inició a tocar con Ozzy a los 19 años-- y la incursión de Mike Bordin, ex baterista de Faith no more.

¿Y la familia? ¡Bieeen, gracias!

Y no es sólo Mister Osbourne quien ha pasado por momentos difíciles en lo referente a la salud. A Sharon, que sin duda jugó un papel capital para que su marido no se hundiera en más de una oportunidad, la que siempre se nos muestra como una mujer entera y con un poco más de sensatez que el resto de la familia, le fue hallado un tumor cancerígeno en el colon. La noticia se corrió en julio del 2002, cuando se supo que la cosa iba en serio y que el cáncer se había propagado por el tejido. Su batalla contra el cáncer ha sido más bien silenciosa y librada dentro de sí misma, actitud digna de aplaudirse, pues bien podría sacarle provecho a sus circunstancias para ganar unos puntos en el ratting (aunque nuestro morbo de todas formas ya ha obrado).

Ozzy dice haberse retirado de las drogas y el alcohol hace cosa de una década. Mucho influyó su paternidad y su matrimonio para que redirigiera su rumbo. La espectacular resurrección de su carrera se debe al talento de Sharon, sin duda. Ozzfest y el reality show han sido ambas ideas suyas. Todo comenzó cuando la cadena MTV realizó un capítulo de Cribs –programa donde visitaba las residencias de las celebridades-- con la familia Osbourne. A Sharon se le ocurrió decir: “¿Y por qué no una serie para nosotros solos?”, como si de lo más natural del mundo se tratase. Y así fue. La serie, originalmente proyectada para tres semanas, tuvo tal acogida que la cadena decidió realizar capítulos para cinco meses. A la fecha son dos años ya de haber entrado a una supuesta intimidad de la que es ahora una de las familias más conocidas en el mundo entero: The Osbournes. MTV, nada tardos cuando de amasar dinero se trata, repite la dosis con el nuevo reality sitcom de Jessica Simpson y su flamante marido.

Pero no tiremos la primera piedra cuando se trate de juzgar a Osbourne y a su familia. A fin de cuentas Ozzy, el cantante que fuera en otro tiempo la encarnación de Satán en el mundo del rock y que no hallara reparos en arrancarle con los dientes la cabeza a un murciélago, no es ni más ni menos que un ser humano falible, tan falible y vulnerable como cualquiera de nosotros. Ya lo dice el tema musical del reality show: “Maybe it’s not too late to learn how to love and forget about hate”.

Ni están todos los que son, ni son todos los que están

Kelly Osbourne (19 años), aka: “La Bodoquito”/“Miss Piggy”. Se dedica a berrear a todo pulmón con la banda de músicos que le formó mami y a hacer berrinches por cualquier pendejada. Acaba de lanzar el sencillo “Changes”, tema cantado con papi y extraído de su más reciente álbum, que lleva el mismo nombre. A pesar de su corta edad ya cuenta con dos placas ella solita y uno que otro palomazo, como el que se aventó con Andrew W. K. en el Ozzfest 2002. ¡Además es modelo! (No, no estoy siendo sarcástico: es neta).

Jack Osbourne (18 años), aka: “El Flaco”/“El Aleks Syntek”. Antes de su sonada rehabilitación, se dedicaba a fumar mota, a preparase deliciosos cócteles a base de OxyContin y otros derivados del opio, a ponerse pedo como estúpido y a acostarse con prostitutas bastante caras de Beverly Hills que ninguno de ustedes, a diferencia de él, alcanzaría a pagar con sus domingos. En su tiempo libre –para que ustedes, adolescentes lujuriosos y cochinotes, terminen de envidiarlo— se dedica disque a producir a nuevas bandas en la disquera que papi le regaló y a perseguir como perro calenturiento a Natalie Portman.

Aimee Osbourne (20 años), aka: “Nunca me verás”. Ésta es mi Osbourne favorita, si me lo preguntan. Aimee se ha puesto sus moñotes: se hace la muy interesante y, según ella, no quiere saber nada del show de TV; incluso al aire se omite cualquier referencia a ella por petición propia. Ha declarado, sin embargo, que le gustaría emprender una carrera como cantante (¡oh, qué original, la chava!). En su tiempo libre salía con uno de los hermanos Hanson hasta que se entero que él no era una niña de blonda cabellera, lo que la tiene bastante decepcionada de la vida.

Louis Osbourne (alrededor de 27 años), aka: “DJ del Mal”. Es hijo del primer matrimonio de Ozzy, así es que es de esperarse que no tengamos muchas noticias suyas en el reality show más allá de eventuales apariciones. Según esto, Louis es un DJ con cierto prestigio en la escena del deep house y el techno. Su pasatiempo favorito es morderse las uñas, según declaró en una entrevista.

Ozzfest

La crítica especializada ha sido algo ruda con Ozzy en lo referente a su música a últimas fechas. Ah, pero ¿qué haría el Madman si su aguzada esposa? Lo cierto es que el talento de Sharon como manager ha provocado que su marido siga tan vigente en las listas de álbumes más vendidos como en los viejos tiempos, y que incluso las nuevas generaciones simpaticen con Osbourne y mantengan viva su música. Amén del tremendo impacto publicitario que The Osbournes ha sido para la música de Ozzy, buena fracción de su éxito actual se cifra también en el ya famoso Ozzfest. Para este festival, que ha servido como perfecta plataforma para bandas nuevas a la manera del Lolapallooza y otros, Ozzy se ha rodeado de nuevos grupos bajo la consigna de “renovarse o morir”. Los ex alumnos graduados en esta Universidad del Rock --cuyo rector es ni más ni menos que el “profesor chiflado” del heavy metal-- han sido los siguientes. Cabe mencionar que algunos se graduaron con honores, mientras otros apenas pasaron de vil panzazo.

Ozzfest I (1996)

Ozzfest II (1997)

Ozzfest III (1998)

Ozzfest IV (1999)

Ozzfest V (2000)

Ozzy
Slayer
Danzig
Sepultura
Fear Factory
Biohazard
Neurosis
Earth Crisis
Powerman 5000
Coal Chamber
Cellophane

Ozzy
Black Sabbath
Marilyn Manson
Pantera
Type O Negative
Fear Factory
Machine Head
Powerman 5000
Coal Chamber
Slo Burn
Drain
Neurosis
Vision of Disorder

Ozzy
Tool
Megadeth
Limp Bizkit
Soulfly
Sevendust
Coal Chamber
Motorhead
System of a Down
Melvins
Incubus
Snot
Life of Agony
Kilgore
Ultraspank
Monster Voodoo Machine

Black Sabbath
Rob Zombie
Deftones
Slayer
Primus
Godsmack
System of a Down
Fear Factory
Static-X
Slipknot
Flashpoint
Pushmonkey
Drain sth
Apartment 26
Puya

Ozzy Osbourne
Pantera
Godsmack
Static-X
Incubus
Methods of Mayhem
P.O.D.
Queens of the Stone Age
Soulfly
Kittie
Disturbed
Taproot
Slaves on Dope
Reveille
Shuvel
Primer 55
Apartment 26
Deadlights
Pitchshifter
Black Label Society

Ozzfest VI (2001)

Ozzfest VII (2002)

Black Sabbath
Marilyn Manson
Slipknot
Papa Roach
Linkin Park
Disturbed
Crazy Town
Zakk Wylde's B.L.S.
Mudvayne
Union Underground
Taproot
Systematic
Godhead
Nonpoint
Drowning Pool
Spineshank
Hatebreed
Otep
No One
Pressure 4-5
American Head Charge
Pure Rubbish
Beautiful Creatures

Ozzy Osbourne
System of a Down
Rob Zombie
POD
Drowning Pool
Adema
Black Label Society
Down
Hatebreed
Meshuggah
Soil
Flaw
3rd Strike
Pulse Ultra
Ill Nino
Andrew W.K.
Glassjaw
The Used
Sw1tched

© Tryno Maldonado
Revista Switch, 2004