: carta a nadia villafuerte (fragmento)

x, marzo, 2005

Ciudad de Zacatecas

Querida Nadia,

[...] En cuanto a mi insitencia (o necedad) por remarcar todo lo femenino en mi novela... Pues yo te invitaría a hacer lo contrario que tú me sugieres. Si me sugieres que la literatura no debe poner distingos entre géneros, pretender siempre elaborar una "literatura neutra" (si tal cosa existe), pues yo te propongo lo contrario. ¡Hagamos una literatura femenina! No sólo en sus voces, sino en sus estructuras y sus ideas. Retemos las convenciones que ha impuesto el colectivo masculino en el arte y encontremos en esa búsqueda nuestras voces como escritores. Pretender una literatura neutral, mi querida Nadia, sería sólo aceptar patrones masculinos: es una trampa, cuidado. La sola estructura del relato típico de Poe es claramente masculina: ¿por qué tomar como base un relato lineal y mono-climático cuando puedes explotar un entramado mucho más rico? Ve en cambio a Jaeggy o a Jelinek. Son mujeres brillantes, saben bastante de lo femenino y claramente apuestan por una literatura con miras a la universalización de lo femenino en vez de masculinizar sus discursos. Por eso, como nuestra querida Cristina Rivera Garza, sus novelas resultan tan incómodas. Resultan incómodas porque sólo sabemos leer literatura de patrones androcéntricos. Cuando esos moldes son rotos con toda intención, las obras resultantes caen como un hierro candente en las manos de la crítica: no en vano descalificaron a Cristina por su maravillosa Cresta de Ilión: cierto crítico (así se hace llamar) estúpido no supo leer esa novela planteada desde afuera de nuestro sistema binario de géneros. Qué más quisiera yo que escribir una novela así algún día...

Me parece que debemos ser radicales a este respecto. Hacer literatura sin plantar la sexualidad de tu voz (independientemente de tu género) me parece algo tibio, a menos que tal sea un planteamiento estético, claro. Sería como andar por la vida siendo un ente asexuado. Todos somos subjetividades sexuadas (más allá de los necios estereotipos, pues yo me considero con una fuerte parte femenina, aunque no soy gay) y como tales percibimos el mundo.

En fin. Tengo mucho que decirte al respecto. Me parece que lo femenino en el arte es un campo riquísimo y todavía inexplorado: mientras las voces femeninas se sigan sometiendo a las formas patriarcales jamás podremos explotarlo verdaderamente. Yo he decidido entrar en ese vasto horizonte.

Un abrazo enorme,

Tryno.