: ideas feministas latinoamericanas

: de Francesca Gargallo

: presentación

: marzo 9, 2005, Zacatecas

: Tryno Maldonado



Francesca y Tryno, marzo 9, 2005

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Ha trascurrido casi un siglo desde las huelgas de las obreras neoyorkinas que sirvieron como inspiración para las conmemoraciones del ocho de marzo, al igual que de las trabajadoras de Massachussets cuyas divisas fueron el pan y las rosas. Tristemente, las miopes convenciones de una cosmovisión androcéntrica y el machismo jactancioso, siguen tan vigentes como entonces en todas partes del mundo: toda manifestación de cualquier tesitura y alcance que ponga en evidencia la arbitrariedad del dominio del colectivo masculino es mal vista y amonestada, cuando menos, o, en su defecto, inmediatamente repudiada y reprimida. Para no ir más lejos, hace sólo dos días, la policía turca dispersó con violencia, en Estambul, un mitin en el que unas ciento cincuenta mujeres se manifestaban con motivo del Día Internacional de la Mujer. Las fuerzas antidisturbios cargaron con brutalidad en contra de ellas. Las imágenes televisivas son duras y no dan pie siquiera a la imaginación. Algunas de las manifestantes recibieron patadas en la cabeza por parte de los policías con un dolo evidente, mientras que otras fueron arrastradas por los cabellos con saña y sin misericordia. Al concluir la carga, al menos sesenta y nueve activistas fueron detenidas.

Con todo esto, ¿vale decir que la fecha de ayer sea un motivo a la celebración, que dé oportunidad al populismo para manifestarse como si cada ocho de marzo se tratara de una concesión anual? Me parece que más allá de lo controversial de esta cuestión, en este día se vuelve capital un solo verbo: Recordar. Ojalá nuestras autoridades conminaran mucho más a la reflexión y al análisis objetivo y auto-crítico en cada ocho de marzo, antes que a cualquier suerte de festejo multitudinario.

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Parafraseando a Aralia López, Francesca Gargallo apunta en Ideas feministas latinoamericanas una definición bastante atinada de lo que es el feminismo:

“El feminismo no es un discurso hegemónico, pues tiene tantas corrientes como las que pueden surgir de las experiencias de los cuerpos sexuados en la construcción de las individualidades. El feminismo es el reconocimiento de una subjetividad en proceso, hecha de síes y de noes, fluida, que implica la construcción de formas de socialización y nuevos pactos culturales entre las mujeres”.

Enfocándose en el ámbito de Latinoamérica, Francesca Gargallo deja sobre la mesa del feminismo una interrogante capital: “¿Por qué?” Ideas feministas latinoamericanas pone en tela de juicio el hecho de que, a partir de los años noventa, el mundo académico latinoamericano “sólo haya pensado en términos de sistema de género, entendido como un sistema binario que contrapone el caos al cosmos”. La imposición de una dicotomía como en el caso de los géneros y la búsqueda necia de una engañosa igualdad, hallará invariablemente un callejón sin salida impuesto por el colectivo masculino. Desprenderse de esta dicotomía en aras de encontrar una auténtica pluralidad incluyente, es un camino más factible hacia una visión de mundo más rica y polifónica. De la misma forma, como advierte Francesca, el multiculturalismo instaurado por el patriarcado reconoce en las mujeres sólo una igualdad como “un modelo en el modelo”, disgregándolas (negras, blancas, latinas, homosexuales, heterosexuales, jóvenes, viejas…) y con ello se consigue mantener intacto el poder androcéntrico.

“Las feministas en los últimos treinta años ya no quisimos ser iguales a los hombres sino instaurar el no-límite de órdenes distintos, de números pares conviviendo en la explicación de la realidad y la organización de la política, de la no separación entre la naturaleza y la humanidad. Con cuidado, no quisimos instaurar el multiculturalismo, sino dar forma a la cultura de nuestra diferencia, volverla plural, esto es, finalmente universal. Quisimos el no-límite del nomadismo filosófico, nunca más atado a un solo discurso originario. El no-límite de múltiples economías, del no armamentismo, de la ecología como historia de un sujeto no violento, del modelo opresor-depredador patriarcal al cual igualarse sin poderlo lograr nunca, del modelo ordenador, cósmico, único, masculino, clasista, racista, religiosamente jerárquico, colonizador”.

Calificar las ideas de Francesca Gargallo como radicales antes que valientes, lúcidas y críticas, resultaría ingenuo. Sus ideas, sí, en cambio, son inevitablemente trasgresoras para nuestro contexto, e incluso para el discurso feminista académico e institucionalizado, pues reconocen en esa pertinaz búsqueda de la igualdad entre géneros tan sólo la afirmación del sistema patriarcal para devolver a las mujeres a una medición predeterminada, una trampa puesta por el mismo patriarcado dominante por subyugarlas a la racionalidad masculina, una trampa en la que parece que el feminismo latinoamericano se estancó al momento de aceptar las nociones norteamericanas del gender (popularizado por Gayle Rubin y mal traducido al castellano como “género”) y de renunciar a sus propias búsquedas, de avocarse en su propia historia, en su propia realidad y en su propia identidad para un alcanzar una base teórica particular. Francesca acierta al decir que “ligar el sistema de género con la identidad de las mujeres es atarlas a la subordinación de los hombres. Librarse del género es, por el contrario, una propuesta de construcción de la propia subjetividad que implica el reconocimiento del valor cultural y económico de cada mujer, y la validación del derecho a una diferencia sexual positiva y de la deconstrucción de la occidentalización forzada”. Ante esta situación, y en vez de buscar un diálogo con teóricos masculinos o feministas anglófonas, Francesca se reconoce y reconoce a sus interlocutoras en otras feministas latinoamericanas, debate con ellas y aprende de su activismo.

“En su búsqueda de la igualdad de derechos, las mujeres organizadas han sido ridiculizadas, menospreciadas, asesinadas. Pero desde hace una década”, nos dice Francesca, “parecería que la igualdad está al alcance de las mujeres. Personajes cinematográficos de mujeres peleadoras, amazonas en la televisión, ministras de Estado, presidentas de corporaciones financieras: la imagen está creada. Pero no, la universalidad les está vedada; su diferencia sigue visualizándose como contingente, anecdótica, no constitutiva de la humanidad”.

Ideas feministas latinoamericanas emprende una búsqueda por dar forma a la cultura de la diferencia femenina, por afirmar su pluralidad y, con ello, hacerla devenir universal. Francesca halla en el caos pitagórico, la contraposición a un cosmos delimitado, una vía factible de mundo en el que no existan jerarquías o parámetros impuestos por el colectivo masculino, una visión polifónica de la realidad humana a la cual aspirar, un intento contundente por abolir las restricciones y los límites de un sistema de bases falocráticas. Sin en ello hay visos de radicalidad, pues bienvenida sea toda radicalidad en estos tiempos en que tanta falta nos hacen.

Cada nuevo libro de Francesca Gargallo es un gozo enorme, es un espabilamiento vital que de tan inmenso desborda a la academia y se abraza al activismo, al mundo palpable, se baña en el torrente de la sangre tibia y vivificadora de las y los seres humanos. Cada libro de Francesca Gargallo es una vindicación de la experiencia humana entera, es una exploración por esos mundos posibles en cuya construcción ninguna y ninguno de nosotros deberíamos claudicar jamás. Francesca nos exhorta en cada uno de sus libros a no bajar la cabeza en este camino que resulta arduo, pero que es nuestro derecho, el derecho tanto de una universalidad femenina como el derecho a una multiplicidad vasta y libre.

Celebro esta noche la radicalidad y la valentía de Francesca Gargallo y le deseo larga vida.

Buenas noches.




Francesca y Tryno, marzo 9, 2005