: caso lydia cacho


Este es uno de los tantos telefonemas que de manera anónima llegaron al diario La Jornada hace pocos días y que fueron publicados hoy. En él dialogan dos misóginos y barbajanes ejemplares. Por una lado, Kamel Nacif Borge, "el Rey de la Mezclilla", acusado por Lydia Cacho de formar parte de una red de pederastía; y por el otro, Mario Marín, gobernador priísta de Puebla. Horas antes se había dictado (ilegalmente) auto de formal prisión a la escritora y periodista Lydia Cacho, a la que hacen aquí alusión, en diciembre del 2005. La frase de la semana se la lleva el gobernador de Puebla: "Ayer le acabé de darle un pinche coscorrón a esta vieja cabrona". No hacen falta acotaciones. El resto de las cintas pone en evidencia que desde el gobernador, la jueza que lleva el caso y el director del reclusorio, estaban coludidos para hundir (incluso arreglaron una violación dentro de la cárcel) a Lydia Cacho por haberse atrevido valientemente a denunciar a toda esta asquerosa cúpula de ricos y de poderosos.

-Quiúbole, Kamel.

-Mi gober precioso.

-Mi héroe, chingao.

-No, tú eres el héroe de esta película, papá.

-Pues ya ayer le acabé de darle un pinche coscorrón a esta vieja cabrona. Le dije que aquí en Puebla se respeta la ley y no hay impunidad y quien comete un delito se llama delincuente. Y que no se quiera hacer la víctima y no quiera estar aprovechando para hacerse publicidad. Ya le mandé un mensaje a ver cómo nos constesta. Pero es que nos ha estado jode y jode, así que se lleve su coscorrón y que aprendan otros y otras.

-Ya sé, y es que estos cabrones siguen sacando mamadas y mamadas. Pero yo hice una declaración. Fui a la televisión.

-Ah, qué bueno. ¿Allá en México o acá en Puebla?

-Aquí, pero dijeron que la iban a mandar allá. Salió aquí. Y yo en el Milenio le dije, si lo quieres leer, le dije, pus al señor gobernador no le tembló la mano.

-Ni nos tiembla ni nos temblará.

-Pinche bola de ratas. ¿Qué han hecho? Qué asquerosidad es esto, ¿eh?

-No, se sienten Dios en el poder.

-Así es. Yo te hablé para darte las gracias. Sé que te metí en un problema pero...

-No'mbre, a mí me gustan esos temas. Coincido contigo en que, jijos de la chingada, en esos temas... digo... no somos santos, desde luego, pero si alguien tiene pruebas que las presente. Y si no que se calle la boca.

-Oye, pero en algo tan vergonzoso, mi distinguido. Porque es vergonzoso.

-Así es.

-Y yo para darte las gracias te tengo aquí una botella bellísima de un coñac que no sé adónde te la mando.

-Pues a Casa Puebla.

-Yo te la quería dar personalmente, pero estás todo ocupado.

-Mándamela a Casa Aguayo, para echármela.

-¿Te la vas a echar? Pues entonces te voy a mandar dos, no una.