: los oídos sordos
de la cultura zacatecana



Hace tres días Guillermo Fadanelli me preguntaba exprésamente cómo estaba la situación cultural en Zacatecas desde que llegó el PRD, y el buen Leonardo Da Jandra me preguntaba a su vez por qué el Estado no me había apoyado para cumplir mis invitaciones ni a Monterrey ni durante todo este año a Oaxaca (aunque no hace falta: yo me las pago de mi bolsa). Bueno, yo hace mucho que me alejé de los burócratas culturales zacatecanos porque me producen urticaria. Pero el escritor Joel Flores cuenta su experiencia en esta carta abierta. Averígüen por ustedes mismos a dónde se va el dinero destinado a la cultura en Zacatecas.

No me parece en absoluto que exigir un derecho que un supuesto Estado de Bienestar está obligado a dar a sus ciudadanos, sea pedir limosna ni dar concesiones de ninguna especie, ni como persona ni como creador; mucho menos desde un gobierno de izquierda que supuestamente no aprobaría jamás las prácticas de un modelo asistencialista. Para nada se vuelve una dádiva en un país donde los artistas son un grupo vulnerable sin derechos como profesionistas, ni seguridad social y sistemáticamente rechazados en las dinámicas del feroz mercado impuesto por el modelo neo-liberal. En absoluto: el erario público es de nosotros, los contribuyentes, y está allí para ser canalizado de manera puntual y transparente por las vías y programas que las intituciones construyan. ¿Me equivoco? Que el PRD en Zacatecas haya heredado el modelo corporativista conservador del PRI, es otra cosa. No lo sé. Que las políticas culturales paternalistas y de relumbrón de una izquierda espuria e ignorante, con todo y sus burócratas de visión obtusa, sean un obstáculo para ello, sería otra cosa diferente. Tampoco lo sé. Ellos están más preocupados por llenar la Plaza de Toros con Air Supply y Madredeus y Lord of the Dance, y la Plaza de Armas con Angélica María y César Costa con gran parte del presupuesto destinado al arte y la cultura (no miento, no es broma, es verdad), que en generar información intelectual de calidad, propia y original. Me resulta irónico creer, por ejemplo, que Oaxaca y Francisco Toledo (sin estar obligados) me estén dando herramientas como creador y apoyando mi obra, yo que soy escritor, ciudadano y habitante zacatecano, mil veces más de lo que lo ha hecho mi propio estado desde que inicié mi carrera (¿Manuel Felguérez un promotor cultural zacatecano?: no, ni hablar, él sólo se ocupa de tener impecable el gigantesco museo con su nombre que tiene en esta ciudad). Atención: no me importa en absoluto, sólo cuento mi experiencia. Ojalá pudiéramos aprender un poco de Oaxaca, es envidiable lo que está pasando allá. O del Taller de la Frontera del que me contó Amaranta Caballero, coordinado por Cristina Rivera Garza en Tijuana. En fin. Ejemplos de suma de voluntades, visión e inteligencia para apoyar al arte joven, sobran.

Miren, honestamente todo esto ahora ya no me afecta a nivel personal. Yo soy un escritor independiente y mis ideas no están subordinadas a ningún interés político o partidista, ni mucho menos me interesa un hueso. ¡Faltaba más! ¿No tengo derecho, como ciudadano, a elaborar una crítica sin levantar sospechas instantáneas y el nerviosismo de los burócratas en turno que creen que pretendo adueñarme de algunas migajas de poder? ¡Bah! ¿Por qué nos cuesta tanto creer que alguien puede preocuparse porque hay una generación entera y cuantiosa de artistas zacatecanos esperando una oportunidad para encontrar las herramientas, los canales y la información adecuada, las políticas que los empoderen como creadores, algún chispazo de inteligencia de las autoridades y algunas sobras de los millones de pesos que costó traer a Diego Torres, a Serrat y a Monsiváis para la foto con la gobernadora en la prensa nacional? No lo reprocho ni mucho menos me quejo, pues afortunadamente me valgo por mis propios medios y publico con una editorial grande y con revistas independientes que están más allá de este mundillo zacatecano, y que bien que mal pagan por mi trabajo y por mis libros; sólo me parece oportuno remarcar la miopía de nuestras instituciones y de nuestros gobernantes, su falta de sensibilidad hacia la cultura y su sordera hacia el trabajo, las inquietudes y las necesidades reales los creadores. Una lástima todo lo que dice Joel en su carta, aunque de manera estridente, pues casi todos en Zacatecas lo hemos vivido de una forma u otra desde hace décadas. ¿O no? Ojalá pudiera abrirse un diálogo serio al respecto de una vez por todas. El foro está abierto y todos salimos ganando.


PS: a todos los que sudaron la gota gorda: no hay un "plan maléfico" con fines políticos, ni de Joel ni de mi parte, ni de manera conjunta. No puedo responder por Joel Flores, pues él tiene opiniones e ideas independientes a las mías y deberá ser congruente y responsable con el tono que decidió adoptar en su carta. Eso está claro. Sólo me llamó la atención lo que en ella contaba porque varios colegas zacatecanos y yo hemos vivido episodios muy similares. No "pretendemos" nada, ni tenemos un "plan oscuro". ¡Por favor! Así deben tener la conciencia, señores. Relánjese un poco, la vida no es sólo un hueso político ni un puesto burocrático. Relax, relax...