: ennio morricone,
de la academia a las masas








Ennio Morricone es uno de los escasos compositores que a lo largo de la historia del cine han logrado forjar un estilo propio y característico de la mano del lenguaje cinematográfico al que él ha servido a durante más de trescientos largometrajes y más de cuarenta y cinco años de carrera. Todo esto además, por supuesto, del unánime reconocimiento del medio cinematográfico, el musical y, sobre todo, el de los espectadores. Quizá el mayor mérito de Morricone haya sido el de tratar de conjuntar los mundos siempre separados de el arte “culto” y el arte “para las masas” a través del generoso vehículo del cine. Es por eso que la Academia de las Ciencias Cinematográficas hace justicia este año a la trayectoria de Morricone que, después de John Williams, se convierte así en el segundo compositor en recibir el Oscar honorario.

Honor a quien honor merece. Lejos del cliché y del efectismo fácil en el que muchos compositores suelen caer al trabajar para el cine, pero elaboradas en cambio con peculiar riqueza orquestal y una enorme imaginación melódica, las obras de Morricone han quedado fijadas para siempre en el imaginario del cinematógrafo con tanta o más fuerza que algunas de las películas para las que él ha puesto las bandas sonoras. Hoy en día, por ejemplo, es prácticamente imposible disociar de la historia del cine temas musicales tan famosos como los de El bueno, el malo y el feo (1966), Érase una vez en América (1984), La misión (1986), Los intocables (1987) o Cinema Paradiso (1988), por nombrar unos cuantos. Aunque ha estado nominado cinco veces para el Oscar, ésta será la primera ocasión en que reciba la estatuilla.

Morricone nació en Roma en 1928 y se formó como un músico académico; su destino era ser escuchado por públicos tan reducidos como elitistas, por lo que jamás pudo haberse imaginado siquiera que su música sería recibida por un público tan vasto como hasta ahora, y mucho menos que pudiera volverse tan entrañable a lo largo del tiempo para las masas, al grado de que algunas de sus piezas se han convertido en parte indisoluble de la cultura popular del siglo XX. Desde su primera banda sonora en 1962 (Il federale, de Luciano Salce), Morricone, además de incursionar en radio, televisión y teatro, ha trabajado al lado de Leone, Argento, Bertolucci, Pasolini, De Palma, Polansky y Almodóvar, entre muchos otros grandes directores. Y aunque es bastante común relacionar el nombre de Morricone con los spaghetti westerns, por la famosa dupla que formó en Italia con Sergio Leone a partir de los años sesentas (sus intervenciones dentro de este género sólo son 30, contra las más de 300 en que ha trabajado), lo cierto es que su música siempre se renueva, sorprende y rebasa los géneros, las tendencias o los convencionalismos de la época o del mercado. Por lo tanto, estamos seguros que este puntual y merecido reconocimiento que le brinda la Academia de las Artes Cinematográficas servirá para que una nueva generación escuche y revalore con oídos frescos la labor de un monstruo del cine como Ennio Morricone.


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Tryno Maldonado