: las mejores novelas
de los últimos 30 años
Hace unos dos meses recibí un formulario en un sobre sellado de parte del maestro José Woldenberg y de Nexos, la revista que él dirige y que está cumpliendo justamente 30 años de vida (enhorabuena). Se trataba de una invitación para formar parte de una encuesta cuyos resultados, como se habrán enterado ustedes, están saliendo ya a la luz pública en estos días. A un total 60 escritores y escritoras mexicanos (incluido como caso excepcional a García Márquez) nos fue solicitada llenar una boleta para seleccionar las mejores novelas mexicanas de los últimos treinta años. Cada formulario tenía tres casillas en blanco para sendos títulos y autores/as.
Los resultados (79 novelas votadas en total) podrán sorprenderles a algunos. Otros tantos ya eran de esperarse. La intención de esta encuesta, según el propio maestro Woldenberg, fue reavivar la discusión sobre el estado de la novela mexicana desde nuestro propio contexto e incluyendo (como es mi caso y el de algunos colegas más) la opinión de una nueva generación, “mediante un trabajo que fue en busca de opiniones enteradas, elocuentes y significativas”.
Rafael Pérez Gay, por su parte, advirtió que los resultados sólo son una muestra de los gustos de 60 lectores, que juzga como profesionales “porque desde hace años ejercen su capacidad para informar y mostrar públicamente sus posturas respecto a la novela y a las letras mexicanas”.
La novela con más votos resultó ser Noticias del imperio, de Fernando del Paso. Le siguió Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco. Y (¡oh justicia divina!, uno de mis autores mexicanos decisivos), Crónica de la intervención, de Juan García Ponce, en tercer sitio. En el cuarto puesto empataron Elsinore, de Salvador Elizondo (el Catcher in the rye mexicano que casualmente estoy releyendo esta noche), y El desfile del amor, de Sergio Pitol (a quien también estoy releyendo luego de charlar con él unos días en Oaxaca).
Los grandes ausentes en los primeros lugares de la lista son Elena Poniatowska, José Agustín, Ricardo Garibay y Carlos Fuentes. Justo ayer cenando con Juan Villoro comentábamos lo significativo de esta última ausencia, que debió sorprender a muchos, sobre todo a los lectores; pero quizá no tanto a los autores, y menos aún a los de una nueva generación (como creo que es mi caso). En cambio, quien logró colarse, fue Héctor Aguilar Camín, cuya novela La guerra del Galio terminó en el lugar número cinco, empatada ni más ni menos que con la obra maestra de un virtuoso del castellano, Don Daniel Sada, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe.
Una sorpresa más agradable, me parece, es encontrar al buen Jorge Volpi en el sexto lugar con En busca de Klingsor. Apenas debajo le siguen Dos crímenes, de Jorge Ibargüengoitia (más que justo...), El testigo de Juan Villoro (bravo), y Lodo del buen Guillermo Fadanelli (¡a güevo!, yo voté por ésa).
Los resultados (79 novelas votadas en total) podrán sorprenderles a algunos. Otros tantos ya eran de esperarse. La intención de esta encuesta, según el propio maestro Woldenberg, fue reavivar la discusión sobre el estado de la novela mexicana desde nuestro propio contexto e incluyendo (como es mi caso y el de algunos colegas más) la opinión de una nueva generación, “mediante un trabajo que fue en busca de opiniones enteradas, elocuentes y significativas”.
Rafael Pérez Gay, por su parte, advirtió que los resultados sólo son una muestra de los gustos de 60 lectores, que juzga como profesionales “porque desde hace años ejercen su capacidad para informar y mostrar públicamente sus posturas respecto a la novela y a las letras mexicanas”.
La novela con más votos resultó ser Noticias del imperio, de Fernando del Paso. Le siguió Las batallas en el desierto, de José Emilio Pacheco. Y (¡oh justicia divina!, uno de mis autores mexicanos decisivos), Crónica de la intervención, de Juan García Ponce, en tercer sitio. En el cuarto puesto empataron Elsinore, de Salvador Elizondo (el Catcher in the rye mexicano que casualmente estoy releyendo esta noche), y El desfile del amor, de Sergio Pitol (a quien también estoy releyendo luego de charlar con él unos días en Oaxaca).
Los grandes ausentes en los primeros lugares de la lista son Elena Poniatowska, José Agustín, Ricardo Garibay y Carlos Fuentes. Justo ayer cenando con Juan Villoro comentábamos lo significativo de esta última ausencia, que debió sorprender a muchos, sobre todo a los lectores; pero quizá no tanto a los autores, y menos aún a los de una nueva generación (como creo que es mi caso). En cambio, quien logró colarse, fue Héctor Aguilar Camín, cuya novela La guerra del Galio terminó en el lugar número cinco, empatada ni más ni menos que con la obra maestra de un virtuoso del castellano, Don Daniel Sada, Porque parece mentira la verdad nunca se sabe.
Una sorpresa más agradable, me parece, es encontrar al buen Jorge Volpi en el sexto lugar con En busca de Klingsor. Apenas debajo le siguen Dos crímenes, de Jorge Ibargüengoitia (más que justo...), El testigo de Juan Villoro (bravo), y Lodo del buen Guillermo Fadanelli (¡a güevo!, yo voté por ésa).
Según las primeras interpretaciones de los resultados, señaló el escritor Víctor Manuel Mendiola, la encuesta revela la “irrupción” de una “nueva literatura” integrada por una nueva generación de autores que en los últimos 20 ó 25 años están escribiendo a partir de un “gusto por la literatura refinada en buena medida”.
“Esta –-dijo-- es la opinión de la comunidad literaria" que a través de la encuesta se busca invitar a iniciar un análisis de la situación de la novela mexicana, "se requiere -–indicó-- una discusión de fondo, crítica, rigurosa, pues la literatura mexicana ha cambiado mucho en los últimos años y ahora se distingue un nuevo grupo de autores”.
“En la actualidad --dijo José Joaquín Blanco-- no existe una polémica acerca de la situación de la novela mexicana y existen alrededor de 12 ó 15 novelistas jóvenes con partidarios o grupos que mantienen una discusión sin llamar la atención”, por lo que consideró que la lista, además de servir como guía de lectura para el público en general, podrá avivar la discusión.”
Las plicas y todo el mecanismo de votación fue vigilado por un notario público. Entre los electores de la encuesta sobresale la participación del colombiano Gabriel García Márquez, Gonzalo Celorio, Adolfo Castañón, Carlos Chimal, Gerardo de la Torre, Evodio Escalante, Beatriz Espejo, Guillermo Fadanelli, Marcial Fernández, Margo Glantz, Josefina Estrada y Bárbara Jacobs. Además también externaron su voto Vicente Leñero, David Martín del Campo, Ignacio Padilla, Silvia Molina, Alejandro Rossi, Bernardo Ruiz, Alberto Ruy Sánchez, Antonio Saborit, Guillermo Samperio, Enrique Serna, Juan Villoro, Jorge Volpi, Christopher Domínguez Michael, entre otros.
Si me preguntan ustedes por cuáles novelas voté, yo les diría que “el voto es libre y secreto”. Pero en fin. Honestamente sabía que novelas como las de Del Paso, Pitol, Sada, García Ponce, Elizondo, Pacheco o Ibargüengoitia se llevarían los primeros diez lugares casi por consenso. Así es que preferí ser honesto con mis gustos, congruente con mi experiencia como lector de una nueva generación, pero sin dejar de ser a la vez crítico y objetivo, resaltando sobre todo la trascendencia de las voces, el riesgo y la ambición, y en general las propuestas estéticas de las novelas que elegí. He aquí tal como llené la boleta para la encuesta de Nexos:
1) El cementerio de sillas, Álvaro Enrigue
2) Lodo, Guillermo Fadanelli
3) La cresta de Ilión, Cristina Rivera-Garza
¿Ustedes qué opinan de todo esto? Seguro la plática va a estar en boca de la banda en estos días. Se me ocurre que podemos seguir la votación y la polémica aquí abajo en los comments.
El resto de la lista se encuentra en el número de abril de Nexos.