: almadía,
oaxaca en el mapa editorial
No es arriesgado aventurar que hoy es de la Editorial Almadía el puesto que hace medio lustro ocupaba Sexto Piso en las conversaciones calificativas del gremio local –la juventud, la sorpresa, la esperanza. Mérito no menor teniendo en cuenta que se han colado en las sobremesas y papeles capitalinos sin moverse de Oaxaca, ciudad origen y bandera del proyecto. Pero éste, a diferencia del liderado por Francisco de la Mora, Luis Alberto Ayala Blanco y compañía, cuyas pretensiones se limitan a mantener su firma consolidada dentro del mercado independiente, aboga por ser más que una editorial. Por lo pronto, es uno de los vértices del triángulo cultural oaxaqueño dirigido por Guillermo Quijas y que conforman además la librería Proveedora Escolar y la Feria del Libro de Oaxaca. Sus libros aprovechan, aparte de esto, la situación privilegiada de la ciudad como referente mundial de las artes plásticas, presentando a modo de portada obras de artistas locales (si bien empiezan a abrirse a pintores de todo México).
A efectos legales, Almadía –eufónico nombre sugerido por la editora Ave Barrera que alude a los troncos hechos balsa pirenaicos que se arrastran unidos río abajo– nació hace dos años; en rigor, forma parte de un plan que ya tramaba el abuelo materno de Quijas, Ventura López, hace más de cincuenta años, cuando fundó la Proveedora Escolar. El profesor López, aparte de vender libros, imprimía algunos títulos, cediendo parte del tiraje a los autores como regalías, y organizaba eventos culturales en la comunidad. Cuando el nieto tomó las riendas de la empresa familiar, era su intención seguir ese espíritu, expandiendo y formalizando el negocio, en el que trabaja también una pieza no menor de este engranaje, verdadero ejemplo de matriarcado juchiteco: la arquitecta Claudina López, responsable de la importante galería Quetzalli, del pintor Francisco Toledo, y la madre de Quijas, de la que Juan Villoro, invitado en el encuentro de escritores en Oaxaca del pasado marzo, habla con devoción llamándola “madre Tierra”.
Para Guillermo Quijas, estaba claro que a la distribución que proporcionaba la Proveedora y a la difusión que suponía la Feria del Libro de Oaxaca, faltaba la rueda del triciclo que se encargara de la producción, una editorial. Para concretar los planes familiares, hubo de aparecer, de vuelta a la civilización, un catalizador, una figura polémica y acreedora de un aura suficientemente atractiva, en Oaxaca y fuera de ella, como para convertirse en emblema de la casa: Leonardo Da Jandra. ¿Cómo se unieron el orden y el trabajo meticuloso de la familia Quijas López y la jubilosa anarquía del escritor hasta el pasado año residente de una playa de Huatulco en una cabaña hecha con sus propias manos? “Cuando vivía en la selva –cuenta él mismo– solía bajar al pueblo una vez por semana. En una de esas idas recibí un correo electrónico de una mujer que se llamaba Carla Zarebska, para invitarme a presentar un libro suyo, Guadalupe. Cuando la conocí personalmente quedé fascinado por su inteligencia y belleza. Enseguida me dijo que era dificilísimo encontrar mis obras en librerías; entonces despotriqué contra la pésima labor de distribución de la editorial Planeta. La segunda o tercera vez que nos vimos surgió la propuesta: ¿y por qué no hacemos una editorial? Pero el proyecto se frustró porque Carla se fue con su esposo a vivir a Mérida. Me quedé con las ganas, y al conocer a Guillermo Quijas, comenzamos a darle vida al proyecto.”
Es Da Jandra quien coordina el consejo editorial –del que forman parte Martín Solares y Tryno Maldonado, entre otros– que determina la enseña de toda editorial, el catálogo (el propio Guillermo Quijas, a la hora de explicar los criterios de selección, no esconde que de ello se encarga la “gente capacitada” que los apoya), y quien desgrana la política editorial: “Al contrario de editoriales como Acantilado y Atalanta, no apostamos de arranque a autores raros ya muertos o a libros valiosos pero inéditos en castellano. Para Almadía lo primordial es dar a conocer la literatura actual más arriesgada, por supuesto con la necesaria calidad literaria. No obstante, ya estamos contemplando una colección en la que incluiremos algunas obras del doctor Johnson, Swift, Thoureau, etcétera.” Es por la concesiva por donde se cuela una de las debilidades de la editorial: unas pautas selectivas demasiado flexibles, que combinan autores incuestionables como Guillermo Fadanelli, Mario Bellatin o, próximamente, Juan Villoro, Enrique Vila-Matas y Bernardo Atxaga, con escritores no siempre a la altura cuyo principal mérito literario es residir en Oaxaca. Guillermo Quijas se defiende: “Enfocarnos exclusivamente a una sola línea editorial sería limitarnos. Me parece que la diversidad de eventos que realizamos en Oaxaca da para un mercado muy amplio. Tendríamos que tener diferentes sellos editoriales, y eso es algo que hacer a muy a largo plazo.”
Algo es indiscutible: en estos dos años Almadía ha conseguido colocar a Oaxaca en la actualidad más allá de la pintura contemporánea y el conflicto de la appo, y en estos meses pasados ha cruzado incluso el Atlántico: con el Fondo de Cultura Económica, por ejemplo, ha firmado un convenio para distribuir en España y el resto de Latinoamérica. Por ahora, la nave va. ~
- Yaiza Santos
Letras Libres