: elvira navarro
El mejor libro de ficción de un nuevo escritor/a que leí durante el 2008 fue La ciudad en invierno. Y aún me causa inquietud su relectura. El debut literario de Elvira Navarro (Huelva, España, 1978) está compuesto por cuatro movimientos formalmente sutiles que aun así se escapan de los géneros literarios convencionales y que, en suma, lo vuelven un volumen sofisticado a nivel estructural. Cuatro estaciones que recogen a Clara, la protagonista, en diferentes momentos críticos de su vida, de la infancia a la pubertad. Hay una intención feroz de Elvira Navarro por incomodar, por transgredir, por crear sistemas morales individuales bien delimitados que entran en crisis y hacen entrar en crisis al sistema moral dominante con el que tarde o temprano se colisionan. El resultado es una fricción perturbadora, morales dislocadas a partir de experiencias sexuadas femeninas que a ningún lector dejan indemne. Hay aquí aires gélidos como los impuesto por la reina del hielo, Fleur Jaeggy (especialmente en la adolescente de Proleterka) o en los mejores personajes femeninos de Coetzee (como en Disgrace). Sin embargo, lo que en los registros narrativos de aquéllos es frialdad e impavidez, en Elvira Navarro es una sensibilidad refinada, paciente y hasta cálida que se toma su tiempo, que acecha, que desgrana el mundo de la infancia con todos sus detalles y sensaciones, para luego hundirlo sin pudores entre la mierda y las miasmas más inmundas de una piara. No en vano Enrique Vila-Matas se ha referido a Elvira como “la sutil, casi escondida, verdadera vanguardia de su generación”. Yo estoy fascinado.