: human, all too inhuman





El crítico James Wood haciendo un solo de dedos.



Leí hace poco un artículo de Javier Calvo en Esquire sobre la influencia de David Foster Wallace en el grupo de narradores españoles a los que él pertenece tanto fraternal como generacionalmente. Se les conoce como generación nocilla a partir de una novela de Agustín Fernández Mallo. Javier Calvo, además de novelista él mismo, es quien ha traducido al español la mayoría (si no es que toda) la obra de David Foster Wallace. Respecto a su peso en la generación nocilla, Calvo cita como fundamentales dos textos "extremadamente influyentes": "E Unibus Pluram: Television and US Fiction" de Foster Wallace, el primero (que seguramente en México la crítica hubiera acusado de frívolo y apóstata por atreverse a mezclar televisión y literatura); y el otro, su contraparte, un artículo publicado por el crítico inglés James Wood en The New Republic en el 2000: "Human, All Too Inhuman". Me dio curiosidad por el segundo, que no conocía. Acabo de leer dicho texto de James Wood y, más allá de que Foster Wallace sale tan mal parado como Zadie Smith, Thomas Pynchon o Don DeLillo (para Wood sólo Sebald vale la pena: ¡pero qué raro en un crítico!), me parece que Wood da en el clavo con su forma de hacer crítica, conocedora de la tradición, una crítica que llama a las cosas por su nombre (tan inusual en la crítica hoy en día), pero aun así de tono desenfadado, liberada de solemnidades y falsas pretensiones, sanamente alejada de la academia (y anti-barthesiana) con respecto a varios temas pertinentes a la novela contemporánea (aunque no exenta del omnipresente y enorme ego de Wood, que le ha granjeado tantos detractores: ¡pero qué raro en un crítico...!). Creo que es de hecho en este artículo donde Wood acuñó el término de "realismo histérico" (jugando con magical realism / hysterical realism), a propósito una serie de novelas río que aparecieron ese año en habla inglesa. Wood las acusa de forzar el realismo hasta sus últimas consecuencias, al grado de volverlo ya de plano inverosímil, y de que a fuerza de pretender entregar personajes humanos éstos se vuelven clichés de sí mismos, caricaturas llenas de tics pero sin vitalidad. Es muy interesante su postura frente a la que él considera falta de vitalidad y a la docilidad formal de la novela actual de habla inglesa, y sobre todo a un concepto referente a la modalización del relato que él propone pero al que curiosamente no da nombre: una especie de escala de focalización+mímesis que puede alcanzar un personaje: siendo el 1 en la escala los acartonados y unívocos personajes de Dickens, y siendo el 10 los personajes complejos y vitales de Chéjov. Entre tanto reseñista que exige literatura ascética y exquisita, da gusto leer a Wood exigiendo literatura con peso, con fuerza vital, aunque no siempre se comparta al cien por ciento lo que dice (como Benjamin Kunkel en una editorial de n+1,  o como sus fans from hell). Leyendo a James Wood uno confirma que en efecto, no toda la crítica es por fuerza mezquina, que puede alcanzar grandes vuelos creativos y un diálogo generoso y propositivo con sus lecturas y los lectores, todo eso sin dejar de ser mordaz. Si usted también está aprendiendo a escribir, como yo, léalo. Creo que de algo servirá.

Sobre la obra crítica de James Wood, How fiction works?, Mauricio Salvador ha escrito un texto interesante.