: toledo a los 70




Photobucket


09.07.10
Oaxaca
Alonso Aguilar Orihuela


El 17 de julio el artista plástico Francisco Toledo cumplirá 70 años. El Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y otras instituciones propusieron al creador realizar actividades en su honor; sin embargo, Toledo ha sido enfático: “Nada de homenajes”.

En el patio del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), Toledo aguarda la entrevista mientras dibuja junto a sus nietos: Panchito y Juan, de 6 y 3 años. Los niños compiten por llamar la atención del abuelo: muestran sus dibujos, explican al pintor qué es cada trazo y el más pequeño no duda en decir: “¿Sabías, abuelo, que yo dibujo peces más bonitos que tú?”. La carcajada es general. Toledo se aparta de sus nietos y ocupa otra mesa para iniciar la entrevista.


Al cumplir 70, ¿qué espera artísticamente de esta etapa de su vida?

No me hago muchas ilusiones de que vaya a pintar como los ángeles, si es que los ángeles pintan. No puedo decir que ahora que esté más tranquilo pueda trabajar mejor. Tal vez sólo voy a dormir el resto de mi vida y se terminó. Tal vez ha sido un buen pretexto ocuparme de las instituciones (IAGO, Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo, Cineclub El Pochote, Centro de las Artes de San Agustín) para no pintar, porque también la pintura no da para más. No sé muy bien que pasará. Voy a cumplir 70 años y tuve ese esfuerzo en Monterrey, con La Lagartera, que realmente me dejó agotado y muy desencantado por el resultado. Ahora no tengo ninguna energía, y lo cierto es que me aburre la pintura, soberanamente. Me aburre todo, desde destapar un tubo o tratar de sacarlo porque generalmente no tapo los tubos, y se empiezan a endurecer.


Últimamente ha estado trabajando con materiales que no había utilizado en su obra, ¿seguirá en ese camino?

He estado trabajando con la cerámica, también con vidrio y mica. Pero después de tres o cuatro piezas uno agota los recursos del vidrio, y vuelve uno a la misma temática. Entonces, no hay una renovación. Se debe tener paciencia para trabajar y esperar que con el tiempo salga algo bueno. Ahora no puedo valorar los resultados de lo que hice en vidrio por que ha sido un trabajo muy tenso, de tres semanas, y hasta el momento en que se vean las piezas en el entorno, se podrá valorar lo realizado.


La gaturna para Monsiváis

A propósito de su trabajo con vidrio, Toledo da a conocer una obra en la que se afana especialmente: la creación de una urna funeraria para su amigo, el escritor y crónista Carlos Monsiváis.

“La cenizas de Carlos van a quedarse en el Museo del Estanquillo, así lo decidió la familia. Sobre el material se tienen varias posibilidades, tengo la cerámica o el vidrio. En una época, a la gente pobre la enterraban envuelta en un petate, y tuve la idea de tejer un petate de metal y meterlo, como encapsulado, en el vidrio. El metal aguanta el fuego y la humeada. La idea es petatear las cenizas de Monsiváis. Esa es una posibilidad, pero el trabajo que y empecé es La gaturna”.

“La gaturna es una urna de barro en forma de gato. Falta meterla al horno y ponerle los vidriados, a ver cómo queda…, y bueno, también estoy preparando mi urna, de leña o algo así, ya que estamos con el trabajo de Monsiváis (risas)”.


Las preocupaciones

¿Qué le preocupa en términos de las instituciones que anima?

Voy a cumplir 70 años, y no tengo la energía de antes. Me quiero retirar de varios proyectos, y uno de ellos es del Centro de las Artes de San Agustín (CASA). No tengo humor para pasar mis últimos años peleándome por un pedazo de tierra. Por supuesto que tengo recursos y podría ayudar a la institución, pero quiero retirarme como parte de los dueños del edificio. No sé qué pueda pasar en ese momento, pero ya hemos buscado formas de resolver este problema con la Federación y el estado, y no se ha podido.

Toledo, el galardonado, explica que el CASA “tiene un problema de propiedad: la asociación civil Amigos de los Archivos y Bibliotecas del Estado de Oaxaca (fundada por Toledo) aportó 40 por ciento de la inversión, el porcentaje restante fue aportado por el gobierno del estado”.

El dinero de la compra fue dividido entre los adjudicatarios, proceso en el cual no intervino Toledo, “pero hay trabajadores que no recibieron dinero, o no lo que quisieron —continúa el artista—; por eso, lo que yo he propuesto, si hay trabajadores inconformes, es que yo puedo donar mi parte para que con ese dinero se indemnice a la gente, si es que así se resuelve el problema, pero al parecer no tiene fin”.