: 10 autores que nunca 
ganarán el nobel de literatura





Existen varios malentendidos respecto al Premio Nobel de Literatura. Uno de ellos –quizá el más extendido entre los lectores casuales— es que suele creerse que este premio es otorgado por una obra en particular y no por la trayectoria entera de un autor o una autora. Otro de los malentendidos más frecuentes es creer que éste es un galardón estrictamente literario y no un premio político. Nada más ingenuo. La carrera por el Nobel está pavimentada de casi tanto trabajo de lobbying e intereses políticos como una Cámara de Diputados.

Casos de “injusticias” en torno al Nobel y a autores que “merecían” ganarlo tenemos muchos. El caso de Borges es de los más emblemáticos. A pesar de que su nombre figuró en las listas de candidatos durante años, el hecho de haber recibido un reconocimiento de manos del dictador Augusto Pinochet, dejó a un políticamente ingenuo Borges sin posibilidad alguna de ser reconocido por la Academia Sueca.

Como en esta época del año comienzan a publicarse los momios y las listas de candidatos al Nobel, propongo mi lista de autores que –a pesar de sus méritos y a pesar de estar en lo más alto de los momios de las casas de apuestas— estoy seguro que no lo ganarán.





1. Haruki Murakami
Ah, Murakami… El favorito de los apostadores en las listas año tras año para llevarse el Premio Nobel. La casa de apuestas londinense Ladbrokes, por ejemplo, vuelve a marcarlo como favorito este año y paga por él 3 a 1 (contra, por ejemplo, los 40 a 1 que pagan por Margaret Atwood o Cormac McCarthy). Pero, ¿saben qué? Les tengo una noticia: los apostadores no leen.

Dejemos a Murakami en paz. Bastante dinero se ha embolsado ya con sus best-sellers. Murakami no necesita el Nobel. El Nobel tampoco lo necesita a él. Agua y aceite.

Acaso el mayor mérito de Murakami sea el haber traducido a Raymond Carver al japonés. Además, dentro de medio siglo, los futuros lectores de Murakami necesitarán un aparato crítico inmenso para tratar de adivinar qué demonios eran todas esas referencias a la cultura pop y a las bandas occidentales de rock que figuran en sus novelas como un tic que ahora parece taaaan cool.

Propongo que nos quedemos con el Murakami de la Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, donde se haya encerrado prácticamente todo el universo del resto de sus novelas.





2. Joyce Carol Oates
A pesar de pretender ser políticamente correcto, no es difícil inferir que los dieciocho miembros de la llamada Academia Sueca no sólo leen desde un canon esencialmente androcéntrico, sino que las relaciones políticas y de poder internas son también androcéntricas: sólo cinco de los miembros de la Academia son mujeres. Y ninguna mujer ha tenido jamás la presidencia de dicha Academia. Es decir, la Academia Sueca es claramente sexista. Y de una institución patriarcal no se puede esperar sino reconocimiento a obras que se acomoden dentro de ese mismo canon patriarcal y hegemónico.

Salvo en casos radicales, como el de Elfride Jelinek (quien se define a sí misma no como feminista, sino como hembrista), del total de 109 preseas que ha otorgado la Academia Sueca desde su fundación, sólo 12 han sido dadas a mujeres.

¿Necesito seguir dando argumentos por los que creo que, a pesar de lo sólido y prolífico de su obra, una gran escritora como Joyce Carol Oates jamás será reconocida?





3. Paul Auster
Conforme uno crece como lector, al igual que ocurre con Murakami, Paul Auster se convierte gradualmente en un gusto culposo. Al menos en mi caso. Leer a Paul Auster es como tomar Coca-Cola: es algo que disfrutas en secreto. Lo que no alcanzamos a ver es que la obra de Auster es una especie de fenómeno en español detonado por las ediciones de Anagrama, cosa que no ocurre con el mismo impacto, por ejemplo, en el ámbito de su propia lengua. Que haya recibido el premio Príncipe de Asturias lo confirma. Sin embargo, se requiere mucho más que eso para figurar en la lista corta de los candidatos al Nobel.





4. Bob Dylan
Aunque Ladbrokes y sus fans parecen tomarse cada año muy en serio las posibilidades de Dylan para ser reconocido con un premio literario (aunque con un lejano 100 a 1), me pregunto si no sería mucho más justo darle antes el Nobel a 50 Cents o a los Beastie Boys. Total.





5. Michel Houellebecq
Lo que a la conservadora Academia Sueca menos le interesa en estos momentos es repetir dos de sus escándalos anteriores. Ni la fatwa y amenazas de muerte promovidas por el ayatola contra Salman Rushdie por Los versos satánicos --factor decisivo para que Rushdie no recibiera el Nobel--, ni el desplante que Elfride Jelinek les hiciera al negarse a recibir en persona la medalla, cuya obra uno de los propios jueces del Nobel calificó de un “daño irreparable” para el prestigio del premio.

Así que, por qué habrían de premiar la obra de un autor provocador como Michel Houellebecq, que reúne las dos características de los anteriores y, además, tiene en su contra el argumento que la Academia esgrimió en su tiempo contra Arthur Miller: es “demasiado popular”.





6. Philip Roth
¿Le quita el sueño a Philip Roth ganar el Nobel? La respuesta, por supuesto, es no. ¿Necesita Philip Roth el Nobel para validar de alguna manera una de las obras más importantes de nuestra época. Desde luego tampoco. Al contrario: Roth sería un lujo para el Nobel.

Tras hacer público su retiro de la literatura al cumplir ochenta años de edad, se especuló que el Nobel cedería al fin a galardonar al autor vivo que por méritos debió haberlo recibido hace décadas. Pero eso no ocurrirá.





7. Cormac McCarthy
Cormac, tú no necesitas el Nobel. Eres el mejor escritor vivo. Que se jodan.





8. Peter Handke
He aquí a alguien a quien yo le daría el Nobel sin pensarlo. Compromiso político y una obra novedosa, prolífica, diversa y contundente. El miedo del portero al penalti es una de las novelas más importantes de un autor contemporáneo. Pero, por supuesto, mi opinión no cuenta.





9. Alice Munro
Otro de mis buenos deseos para el Nobel que jamás se cumplirán. Los momios de la casa de apuestas Ladbrokes indican que éste es el año con más posibilidades para Munro. Los momios están 12 a 1 por encima incluso del propio Philip Roth, que paga las apuestas 16 a 1. Este auge de Munro probablemente se deba a la gran influencia que sus libros han tenido sobre una generación de autores a la que pertenecen, por ejemplo, Jonathan Franzen y Lorrie Moore. No obstante, hay tener muy presente que el medio editorial castiga tradicionalmente al género al que se dedica Munro: el cuento. Y hay un factor más de importancia para creer que Munro no será premiada este año cuando se trata de tomar en cuenta las “acciones afirmativas” y la “discriminación positiva”: hay otra mujer canadiense más con grandes posibilidades en la lista, Margaret Atwood.





10. Don DeLillo
A pesar de que Estados Unidos es, junto al Reino Unido, el segundo país más premiado por el Nobel en literatura, desde hace décadas es notorio que la Academia Sueca se hace de la vista gorda para negar una realidad contundente: la mejor literatura de la actualidad la están haciendo los estadunidenses. Punto.

La última vez que un autor norteamericano recibió el Nobel ocurrió en 1993: Toni Morrison. El siguiente Nobel de literatura para los Estados Unidos se remonta hasta Isaac Bashevis Singer en 1978. En otras palabras: los afanes de cosmopilitismo, inclusión, corrección política y desdén de un jurado perteneciente a un país escandinavo de apenas 9 millones de habitantes, llevan a creer que el Nobel no volverá a Norteamérica --la mayor potencia literaria y un país de 313 millones de habitantes-- durante un largo tiempo.

La brillante generación a la que pertenecen tanto DeLillo como Thomas Pynchon o E. L. Doctorow se irá a la tumba sin escribir ese texto que muchos de ellos seguramente recitan frente al espejo de su baño: el discurso de aceptación del Nobel.


*Texto tomado de mi columna Metales Pesados en la revista Emeequis.