: carta a
un joven escritor
inédito desde el futuro
(consejos
para publicar un libro)
Hola. Soy tú. Te
escribo desde el futuro. Quizá te suene extraño, pero es verdad. Así que
relájate y sigue leyendo esta carta. Tengo que decirte algunas cosas que podrían
ser de utilidad para tus manuscritos.
En este feo y
sucio lugar llamado el futuro gobierna –¡de nuevo!— el PRI corrupto y represor
de siempre; el narcotraficante Caro Quintero está libre; Raúl Salinas de
Gortari ha sido absuelto; hay inflación y recesión económica; Chabelo sigue
actuando como un niño imbécil los domingos por las mañanas igual que en la
época del Negro Durazo; y la selección de futbol podría de nuevo no ir al
mundial. Por absurdo que suene, esto es
el futuro.
Sé que
terminaste tu primera novela. Tu primer libro de cuentos. Tu poemario. Tu opera
prima. Ésa que tú consideras tu obra maestra. El no-va-más de la literatura
occidental. Por fin eres lo que suele llamarse un “escritor”, una “escritora”,
cualquier cosa que eso signifique. Nadie como tú sabe lo que te ha costado
llegar a este punto. Hete ahí ahora. Joven y orgulloso autor del manuscrito
inédito pero rompedor que la literatura mexicana, los lectores y los críticos
habían estado esperando con ansias. Todos esos meses de sacrificio, de desvelos
y de carencias por fin han dado como rédito un bonito y perfectamente inútil
montón de hojas de papel tamaño carta a doble espacio, en Garamond o Times New
Roman. Pero es tuyo. Tu precious. De nadie más. Que se joda tu ex que te dejó por tu
obsesión con tu libro. Que se joda tu jefe que te quitó el trabajo. ¿Quién fue
el que rió al último? Lo has logrado. Bienvenido, bienvenida. Has venido a
engrosar con tu aportación la tradición de la lengua castellana. Y, ¿sabes qué?
A nadie le importa.
Prepárate para
que tu hijo recién nacido, ese bonito bebé de 150 gramos de peso, sea rechazado
una y dos y tres veces. Y luego otra y otra más. Será una vida tortuosa para tu
delicada criatura: el mundo se encargará de hacerle la vida imposible, de
practicarle un incansable bullying
editorial. Pero, si sobrevive, estará del otro lado, saldrá fortalecido;
crecerá sano y se irá a recorrer el mundo por su propia cuenta. Y lo mejor:
podrá escupirles de vuelta a los críticos literarios.
Aquí te comparto
algunas alternativas que podrían ayudarle a tu libro. Tal vez te sirvan para
tener más claro el panorama editorial al que se enfrentará. Sé que no son
lecciones de karate, pero ayudarán a que tu frágil hijo no resulte tan
golpeado. Quizá, quién sabe, hasta logre noquear con la técnica de la grulla.
(Oh, sí: en el futuro tenemos una nueva versión de Karate Kid en la que el protagonista es el hijo de Will Smith.
Y tú que pensabas que ya los habías visto todo…)
Internet
¿Conoces esa red
que en tu tiempo sólo existía en la escuela, que servía para chatear por ICQ y
bajar porno en computadoras IBM con floppy conectadas a la línea telefónica?
Pues resultó tener otras utilidades. Como publicar literatura y ser leído.
Incluso existen ya revistas prestigiosas y periódicos que sólo se editan en
línea y no más en prensa. Comenzar un blog donde la gente pueda leerte o enviar
textos a revistas electrónicas es una buena forma de llegar a una comunidad de
lectores. Igualmente es posible publicar tu libro completo en formato electrónico.
La desventaja de publicar en Internet es que muchas veces te saltarás un paso
que, para bien y para mal, considero esencial en el proceso: el editor.
Ten muy presente
esto: por inverosímil que parezca, aquí en el futuro sólo alrededor del 30% de
la población mexicana tiene acceso a internet. Te leerá sólo una élite dentro
de otra élite. Si de ese porcentaje desagregas a aquellos a quienes les
interesan los contenidos literarios, no hace falta ser un genio para saber que
no tendrás un gran público y que cosecharás, eso sí, una considerable cantidad
de trolls (generalmente otros aspirantes
a escritor acomplejados y con los guantes de box siempre puestos). Es decir: te
leerá una élite acomplejada. No soy optimista como tú; con la edad me he vuelto
un escéptico. Aunque desde hace diez años tengo un blog, hoy prefiero no tener
conexión a Internet en mi casa. Sigo haciendo y leyendo libros impresos.
Aunque quizá sea
a lo que aspiras, como muchos en la actualidad. A volverte un blogstar, un twittstar, no un novelista. Suerte con eso. Aunque, por favor, por lo que más
quieras: que tus ficciones sean mayores a 140 caracteres. Aquí, en el futuro,
comenzamos a hartarnos de todo eso.
Autopublicación
El talón de
Aquiles del así llamado libro de autor
está en la distribución. Allí es donde tu precioso hijo podría quedar
desahuciado al poco tiempo de nacido. De lograr financiar un tiraje de tu
propio bolsillo, te volverías de pronto el orgulloso poseedor de cajas y cajas
apiladas en tu sala o en tu cuarto. ¿Para qué sirve un libro impreso en papel
si no puedes moverlo? No obstante, como carta de presentación de mano para
editores, no es un mal comienzo; aunque toma en cuenta que a ninguna editorial
la volverá loca reeditar un libro ya impreso. Medita muy bien si quieres quemar
de esta forma el cartucho.
El primer libro
de Borges fue una autopublicación. Si tienes el dinero o un patrocinador –o tus
padres se apellidan Borges y te auspician el capricho— adelante. En la
actualidad existen impresores y editores que maquilan por pedido a precios
razonables. Pero mucho cuidado: la autopublicación es opción únicamente cuando
todas las otras puertas –fondos estatales, editoriales independientes,
editoriales transnacionales, etcétera-- se han cerrado. Sé que no estás desesperado
por publicar, pero tampoco queremos que seas nuestro Kafka. Queremos leerte ahora.
Si te sirve de
consuelo, así fue como apareció mi primer libro. Tierra Adentro y cada uno de
los fondos editoriales estatales y cada una de las editoriales en español que
puedas nombrar, rechazó mi manuscrito. Todos los autores han sufrido rechazos y
descalabros. Te sorprenderías. No te tomes estos rechazos como una derrota, ni
como algo personal.
Fondos
estatales
Publicar en un
fondo editorial estatal zanja sólo uno de los obstáculos de la opción anterior,
el asunto del dinero: el libro se financia con dinero público. Sin embargo, no
termina por resolver la cuestión más compleja en la vida de un libro: la
distribución. Si tienes la suerte de que tu libro sea dictaminado
favorablemente en alguno de estos fondos de las distintas entidades federativas
y universitarias, es muy probable que tu hijo querido termine por ser repartido
en los arcones de Navidad del rector, de los diputados y funcionarios locales.
O, lo más frecuente, embodegado y secuestrado en un inescrutable laberinto
burocrático. Considéralo.
Es sabido que
incluso los fondos editoriales estatales más prestigiosos son bastante
arbitrarios en su selección, inextricables en su línea editorial y, sobre todo,
engorrosamente burocráticos y lentos. No querrás que, después de un largo año a
la espera de tu dictamen, encima estés obligado a enviar una solicitud al IFAI
para enterarte de por qué carajos un editor pagado por el erario fue incapaz de
valorar tu “magistral uso del lenguaje” e incapaz de diferencia entre tu
narrador “indirecto libre” y uno en tercera persona.
Pero no te
desanimes si esta opción falla. Piensa que si el Estado se niega a publicarte
con el dinero de tus propios impuestos, algo bueno estás haciendo.
Hazlo. Considera
siempre esta opción. Pero quedas advertido.
Premios
Ni lo pienses.
Los premios literarios tienen que ver con todo, menos con lo literario.
¿Quieres ver echada a perder la carrera de un autor joven? Dale un premio
estatal, municipal o de juegos florales acompañado con un cheque de varias
decenas de miles de pesos por un libro inmaduro. Abundan los escritores que se
han convertido en una suerte de cazadores de premios, que escriben ex profeso
para ello y que le tienen tomada la medida a las becas y a los certámenes. ¿El
resultado? Literatura mediocre. Y tú no quieres ser uno de ellos. Te lo ruego,
ni lo pienses.
Agentes
literarios
Hay muchos mitos
alrededor de los autores que trabajan con agentes literarios. Un agente no te
soluciona la vida ni se encarga de que haya Red Bull, vodka y modelos después
de tus presentaciones en la Feria del Libro de Fresnillo; tampoco te consigue
adelantos millonarios.
¿Cómo contactar
a un agente? Respuesta: si a alguna agencia o a un scout le interesa tu trabajo, créeme, ellos te lo harán
saber desde el primer libro. Se dedican a eso. Si no, no sucederá y ni siquiera
tiene caso forzarlo enviándoles tu manuscrito. Así que por el momento no
pienses en ello y, por favor, concéntrate en lo importante: en escribir.
Editoriales
transnacionales vs editoriales independientes
Por muchas
razones, y según mi experiencia como editor en Almadía desde sus inicios en
Oaxaca, el modelo de las editoriales pequeñas es por su propia naturaleza más
receptivo y con mayor proyección a futuro para un autor joven. El modelo de
contrato, distribución y línea editorial de las editoriales pequeñas que han
aparecido últimamente en toda América Latina, rompe la vetusta triangulación
forzada y colonialista de tener que ser editado vía España y asumir sus
criterios impositivos para poder ser leído de vuelta en nuestros propios
países.
Un estupendo
ejemplo de lo que digo es el caso de El futuro no es nuestro, la antología generacional de narradores
latinoamericanos que mi amigo Diego Trelles Paz editó. El éxito del modelo de El
futuro es sencillo: parte el pastel en
varias rebanadas, no monopoliza el contrato para los derechos de toda habla
hispana, como sí hacen abusivamente las editoriales trasnacionales. Esto
permitió que las pequeñas editoriales de cada uno de nuestros países (Sur Plus
en México, Eterna Cadencia en Argentina, Uqbar en Chile, Open Letter en Estados
Unidos, etcétera) acogieran el manuscrito y apostaran por tirajes decentes para
los lectores locales sin intermediarios.
Ante la crisis
de la industria editorial española a la que solemos aspirar los autores
latinoamericanos, en México existen opciones más interesantes y receptivas de
proyectos editoriales pequeños –o mal llamados independientes— que son sólidos, acreditados y propicios para
autores noveles. Así que, antes que todas las anteriores, considera ésta como
una primera buena opción.
Ten siempre en
mente que una lectura es un proceso lento de por sí, que los tiempos
editoriales en general son lentos también, y que no tendrás respuesta de un
editor en al menos tres meses. La clave es ser paciente y persistente. Y
mientras tanto no dejar de pegarle al teclado. Dedícate a escribir y no a hacer
vida de escritor.
Ahora deja de
leer todo esto y regresa a escribir. Ya quiero leer ese libro.
Saludos desde el
futuro.
P.D.: si vas
cometer la tontería de apostar por los 10 candidatos que jamás ganarán
el Nobel de Literatura en tu columna, por favor elimina de la lista a tu
favorita Alice Munro antes del 2013.
*Texto tomado de mi columna Metales Pesados en la revista Emeequis.