¿Literatura Zacatecana en La Jornada Semanal?
La Jornada Semanal dedicó su edición de mayo 16 (número 480) a lo mejor de la nueva narrativa zacatecana. Me siento con cierta autoridad para hablar del tema no sólo por ser un escritor de la generación que fue mayormente antologada, sino por el hecho de además vivir, comer y dormir en Zacatecas desde hace 26 años.
Las y los escritores zacatecanos incluidos por La Jornada Semanal son 16, que abarcan el ensayo, el cuento y la poesía.
Me tomo la libertad de transcribir la presentación del suplemento para esta antología de la joven literatura zacatecana.
“Como reza el dicho, ‘ni están todos los que son ni son todos los que están’, pero aquí brindamos a los lectores una muy representativa muestra de la narrativa, el ensayo y la poesía que se está escribiendo actualmente en Zacatecas. Particularmente rica en propuestas literarias, la patria chica lopezvelardeana expresa en estas plumas, la mayoría jóvenes, temáticas tan diversas como el universo personal de cada uno de los autores convocados. Con este número continuamos el esfuerzo de La Jornada Semanal por dar espacio y difusión a la voz de los creadores de los estados.”
Hay que ser cuidadoso con lo que se dice (más cuando lo dicho pasa al papel). Este catálogo de autores y sus obras no representa lo que dice representar.
El prólogo no esclarece ni mínimamente cuáles fueron los parámetros de selección para elaborar esta antología --salvo a) ser zacatecano o zacatecana y b) ser presunto escritor o escritora-- y más bien se lava las manos al respecto. Tampoco habla mucho de la naturaleza de los discursos presentados y el porqué que los hace tan representativos (considero que no era la intención de los editores, en todo caso). Me parece que sí, que en efecto hay una constante en los 16 autores seleccionados, varias cualidades bastante marcadas que parecen caracterizar a la gran mayoría de esta “muy representativa muestra” del panorama literario zacatecano: me refiero, desde luego, a la timidez, a la falta de oficio, a la carencia de imaginación, a la estrechez de imaginarios y vehículos expresivos, a la escasez de talento y a la nula propuesta estética o temática (conste que no estoy considerando a la ingenuidad en el listado).
Lo que se reunió fue un grupo de escritores amateurs con muchas ganas de intentar contar cosas, pero sin nada trascendente qué contar y, aún cuando lo tuvieran (que quizá lo tendrán, habrá que ver), sin saber cómo hacerlo más allá de terribles y espectaculares lugares comunes.
Quiero dejar muy en claro que sí, que soy un escritor zacatecano, pero que me deslindo abiertamente de esta “muy representativa muestra” de la literatura zacatecana, con la que mi literatura no tiene nada qué ver.
Sigo firme en mi postura de siempre. En Zacatecas no hay Literatura. Quien opine lo contrario, le agradeceré enormemente me lo informe con pruebas irrefutables y no con un montón de pasquines de mala calidad, ni con cantidad de tallercitos y “cafés literarios”, ni con artículos trasnochados en revistas locales que nadie lee fuera de un círculo autocomplaciente, ni con reseñas de compadres, ni con obras y autores timoratos cuyo nombre jamás ha sonado más que en la triste Plaza de Armas de esta ciudad. Gracias.
La Jornada Semanal dedicó su edición de mayo 16 (número 480) a lo mejor de la nueva narrativa zacatecana. Me siento con cierta autoridad para hablar del tema no sólo por ser un escritor de la generación que fue mayormente antologada, sino por el hecho de además vivir, comer y dormir en Zacatecas desde hace 26 años.
Las y los escritores zacatecanos incluidos por La Jornada Semanal son 16, que abarcan el ensayo, el cuento y la poesía.
Me tomo la libertad de transcribir la presentación del suplemento para esta antología de la joven literatura zacatecana.
“Como reza el dicho, ‘ni están todos los que son ni son todos los que están’, pero aquí brindamos a los lectores una muy representativa muestra de la narrativa, el ensayo y la poesía que se está escribiendo actualmente en Zacatecas. Particularmente rica en propuestas literarias, la patria chica lopezvelardeana expresa en estas plumas, la mayoría jóvenes, temáticas tan diversas como el universo personal de cada uno de los autores convocados. Con este número continuamos el esfuerzo de La Jornada Semanal por dar espacio y difusión a la voz de los creadores de los estados.”
Hay que ser cuidadoso con lo que se dice (más cuando lo dicho pasa al papel). Este catálogo de autores y sus obras no representa lo que dice representar.
El prólogo no esclarece ni mínimamente cuáles fueron los parámetros de selección para elaborar esta antología --salvo a) ser zacatecano o zacatecana y b) ser presunto escritor o escritora-- y más bien se lava las manos al respecto. Tampoco habla mucho de la naturaleza de los discursos presentados y el porqué que los hace tan representativos (considero que no era la intención de los editores, en todo caso). Me parece que sí, que en efecto hay una constante en los 16 autores seleccionados, varias cualidades bastante marcadas que parecen caracterizar a la gran mayoría de esta “muy representativa muestra” del panorama literario zacatecano: me refiero, desde luego, a la timidez, a la falta de oficio, a la carencia de imaginación, a la estrechez de imaginarios y vehículos expresivos, a la escasez de talento y a la nula propuesta estética o temática (conste que no estoy considerando a la ingenuidad en el listado).
Lo que se reunió fue un grupo de escritores amateurs con muchas ganas de intentar contar cosas, pero sin nada trascendente qué contar y, aún cuando lo tuvieran (que quizá lo tendrán, habrá que ver), sin saber cómo hacerlo más allá de terribles y espectaculares lugares comunes.
Quiero dejar muy en claro que sí, que soy un escritor zacatecano, pero que me deslindo abiertamente de esta “muy representativa muestra” de la literatura zacatecana, con la que mi literatura no tiene nada qué ver.
Sigo firme en mi postura de siempre. En Zacatecas no hay Literatura. Quien opine lo contrario, le agradeceré enormemente me lo informe con pruebas irrefutables y no con un montón de pasquines de mala calidad, ni con cantidad de tallercitos y “cafés literarios”, ni con artículos trasnochados en revistas locales que nadie lee fuera de un círculo autocomplaciente, ni con reseñas de compadres, ni con obras y autores timoratos cuyo nombre jamás ha sonado más que en la triste Plaza de Armas de esta ciudad. Gracias.