Reseña sobre Temas y variaciones
José Mariano Leyva
La Crónica, 2004


Durante algún tiempo ya, me ha tocado asistir a una polémica que se lleva a cabo entre dos grupos de lectores y escritores. Algunos dicen convencidos que los jóvenes escritores no frecuentan a los clásicos. Que, por lo mismo, su escritura suele ser ignorante o, al menos, tremendamente irrespetuosa. Estos son los autores maduros, y suelen tener razón. Otros señalan que es necesario crear nuevos estilos que se deslinden de las agotadas literaturas anteriores, o que al menos realicen una apuesta interesante. Estos son los jóvenes autores, y también tienen razón.

Afortunadamente me topé con un libro de cuentos que considero, puede conciliar los dos puntos de vista expuestos. Temas y variaciones, redactado a los 23 años, el primer libro de Tryno Maldonado, escritor de Zacatecas que cuenta hoy en día con la jovencísima edad de 26 años.

Los cuentos, en un principio, podrían ser tomados por ejercicios literarios. Bien logrados, pero simples ejercicios literarios. Sin embargo, hay mucho más que sólo eso. Cada una de las partes demuestra varios trabajos responsables y creativos: una buena lectura, la aceptación y reconocimiento de una influencia, la aprehensión de un estilo que no es de simple factura, y que luego se lleva a los límites personales para así crear un nuevo estilo que se mueve conforme a sus propias reglas establecidas.

Aparecen entre las páginas de Maldonado, emulaciones y homenajes a Italo Calvino, Jorge Luis Borges, Jaroslav Kappels, Tsao Hsue-Kin, Murakami, entre otros. Por lo mismo, los cuentos hablan de temas como la música, el destino, el ajedrez, la vida cotidiana que sofoca, la muerte imprevista. El autor da a los lectores versiones distintas de temas que dieron a conocer aquellos clásicos, o los que van en camino de serlo. Adopta obsesiones, filias, fobias, y los atrae a su terreno, o bien, retoma un estilo oscuro y lo aplica a una obsesión personal. Por lo mismo, el libro se encuentra plagado de diálogos entre autores, y los lectores tenemos la fortuna de ser cómplices. Es en este punto dónde el trabajo de Maldonado deja de ser un simple ensayo, y se convierte en una propuesta final bien redondeada, acabada, terminada y definida.

También se puede hablar de un estilo propio, de una personalidad literaria. El ritmo de Tryno Maldonado es lento, se toma sus pausas, logra llegar a ser parsimonioso. Las frases están construidas con varios adjetivos, describen una acción o reflejan un pensamiento, pero al mismo tiempo buscan una estética, y un pronunciado deleite en la forma. Esas frases construyen párrafos que se disparan hacia varios lados. Abordan distintos niveles de percepción tanto de personajes como de atmósferas, y no se contentan con lo meramente descriptivo. Finalmente, quedan páginas que están salpicadas por los distintos intereses de un joven escritor, pero se expresan de una forma que sacrifica la velocidad y el burdo realismo, y en vez de ellos, nos otorga un afortunado lenguaje con historia, con reglas y con una creatividad heredera de las mejores plumas. En este sentido, la imagen que me salta es la de un viejecillo con experiencia, que se niega a someterse a los designios del mundo moderno, a su velocidad, a la obsesión de escupir palabras en vez de hablar con la calma necesaria. Un viejecillo de ojos brillantes que se apoderó del cuerpo de Tryno Maldonado.

El resultado es tan afortunado, que Temas y variaciones fue considerado uno de los mejores libros de cuentos del año pasado. Probablemente el conjunto de diez relatos lo merece.

La “Variación sobre un tema de Italo Calvino”, es uno de los textos que mayores matices alcanza. Comienza con la muerte de Calvino, sufrida por un conocido suyo, el cual decide asistir al funeral de su maestro, sufriendo un desafortunado accidente en su auto. Tras la recuperación del personaje, éste asiste, en medio de una nebulosa casi onírica, a una reunión que se lleva a cabo en un castillo. Después de la cena, los presentes comienzan a contar las historias de sus vidas utilizando cartas de Tarot. En el relato aparecen entonces otros relatos más breves que tienen como personajes a un artesano, un soldado, un gritador, una niña, una actriz y finalmente el escritor dueño final de la historia. En medio de las historias, aparecen duelos por el honor, traiciones, desamores. Las épocas históricas se mezclan hasta casi confundirse, el sueño se vuelve cada vez más nebuloso, aunque la prosa de Maldonado no permite que se convierta en algo confuso. Así, nos enteramos finalmente de la historia del amigo de Calvino, la cual también contiene buenas dosis de traiciones familiares, bohemias literarias y amores prohibidos. Pero el lector también conoce a otro alumno de Calvino, aquél que ha sido capaz de tomar su estilo y forma y crear un cuento totalmente nuevo a partir de un relato bien identificable. De esa variación se desprende este párrafo, que refleja bastante bien el estilo del autor:

Un joven, que se había venido mostrando especialmente inquieto a lo largo de la historia del Soldado, se incorporó con plena disposición. Doy a buen seguro que había ya devanado en la cabeza su propia historia durante los minutos precedentes. Se trataba aquél de un joven escuálido, macilento, de no más de dieciocho años, como calculé entonces; sin embargo, detrás de su figura famélica, escondía un espíritu impasible, a prueba de todo, como nos lo demostraría a continuación.


En “Tema de las sombras de las batallas”, se narra la historia de Manu, cubano radicado en Nueva York, que recuerda detrás, toda una dolorosa herencia de revoluciones fallidas y sistemas políticos totalitarios que obligan al exilio. Para ese momento, y con todo el peso de la memoria, ostenta un nuevo hobbie: el ajedrez. Pero su pasatiempo es peculiar, se encuentra dedicado a la observación. Manu suele observar jugar a un niño genio que lleva a cabo partidas en donde él mismo es su contrincante. Por mucho tiempo Manu observa al niño prodigio atacar y defenderse sólo para luego volver a la ofensiva. Se maravilla ante la variedad de jugadas y sabe reconocer muchas más, algunas que nacieron en campeonatos mundiales y fueron perpetradas por reconocidos ajedrecistas. Finalmente, un día, todo eso cambió:


Sucedieron cuatro jugadas más que confirmaron sus inferencias cuando, tras el enroque de las negras, se cumplió lo que el anciano había venido temiendo desde el día que conoció al niño prodigio: Elliot detuvo la vertiginosa demostración de genialidad para invitarlo, con un elocuente ademán, a tomar las riendas de las piezas negras. El cubano quedó petrificado. Un terror indescriptible comenzó a reptarle por la espina dorsal y tomó gobierno de su cuerpo. Volvió la mirada al niño; este lo esperaba con un destello involuntario de malicia en sus ojos, como quien blande un arma ya por simples reflejos. ¿Estaba permitido que un mortal trasgrediera, que alterara ese orden supra divino?


Pareciera incluso que Tryno Maldonado pertenece a otra generación. Una generación más afecta a la cabal comprensión del lenguaje que a la lectura de las traducciones. Una generación más lectora y más ahorrativa en cuanto a simples poses se refiere. Una generación que lee, comprende, admira y se apropia de los clásicos. Una generación, al fin y al cabo interesante y que nos deja a la expectativa de sus próximas producciones.

-José Mariano Leyva