: el viejo miklos


La piel muerta

De las ruinas de la primera era de la blogósfera (extraño el debate y el diálogo entre bloguitas de esos tiempos) rescaté esta madrugada un post excelente del buen Miklos. En dicho texto intenta definir con puntualidad --y no sin ironía-- una suerte de tipología de la reseña literaria en nuestro país. Yo mismo hago mis pininos en ese campo. No sé en qué categoría entrarán mis futuras reseñas.

Muy a propósito del tema, acaba de aparecer la opera prima del buen David Miklos: La piel muerta (Tusquets, 2005). La piel muerta es una novela mucho más vasta de lo que sus ochenta y tres cuartillas supondrían. Su verdadera lectura comienza cuando hemos alcanzado la última página. Estamos ante una obra que invita a múltiples relecturas con el goce de quien devuelve sus pasos en un laberinto para reconocerlo todo. Estamos ante una voz tan precisa que por momentos se vuelve un estilete que hiende el papel. Una voz de estas características implica por fuerza un trabajo largo y juicioso detrás. Implica volverse un lector insaciable para olvidar todo lo leído al momento de escribir.

En La piel muerta nacen y confluyen diversos mitos, nacen sus propias historias sagradas, la creación y la destrucción de su cosmos interno. La presencia de lo sagrado como fundamento de un mundo está latente en Puerto Trinidad y en sus habitantes, en sus historias. Puerto Trinidad y los puerto-trinitenses son parte de un mito triangular donde la figura del Padre es sustituida por la de la Madre. La negación de un patriarcado dominante. La instauración de una voz y de una estética asexuada (o al menos no sexuada dentro de un sistema de género binario). El nacimiento de una voz auténtica, atípica y desde ya imperecedera que habremos de celebrar.

¡Larga vida, querido David!