: homicidio en la frontera



Como todos sabemos, el pasado 30 de diciembre, el mexicano Guillermo Martínez Rodríguez, de 18 años de edad, fue asesinado por la espalda por un agente de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos de Norteamérica mientras huía tras intentar cruzar la frontera México-EEUU de manera ilegal. Debemos culpar directamente al sherif que usó sus arma con saña y alevosía contra otro ser humano por haberlo hecho bajo la creencia de actuar conforme con los anhelos de sus conciudadanos, igualmente de acuerdo a las pasiones y fobias de aquéllos. Es claro que éste sólo fue el pivote de escape para lo que hace tiempo que se está viviendo en Estados Unidos: una histeria colectiva anti-inmigrante. El clima es de racismo, intolerancia, xenofobia y, sobretodo, de ignorancia. ¿Qué mejor prueba de ello que la iniciativa para fincar una muralla ignominiosa en torno a la franja fronteriza ante la que nuestro gobierno sólo ha mostrado tibieza y sumisión?

Pero asumamos también nuestra parte de la culpa. Nuestro gobierno está obligado a emprender una campaña informativa dura en Washington acerca de la brutalidad y los abusos de poder de su policía fronteriza, que se perpetran por decenas todos los años, cada día, aunque no los veamos, ni tengan la cobertura mediática que tristemente está teniendo este último caso. Casos de brutalidad y abuso policial ocurren todos los días en la frontera. El gobierno en turno está obligado a actuar con coraje y determinación respecto al tema migratorio, y no con la tibieza y la mansedumbre que lo han caracterizado hasta hoy, lo mismo que a los gobiernos anteriores, en sus relaciones con el país vecino. Da vergüenza ver a un tipo tan nefasto como el Sr. Luis Ernesto Derbez (Secretario de Relaciones Exteriores), representante de la lerda derecha en el poder, tratando de minimizar ridículamente el homicidio y sacándole la vuelta al tema entero.