: austin tv


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Los austins vestidos de tiras en Zacatecas


Conocí a Austin TV hace dos años. De nuevo el Kolchas fue el que me los presentó. Él los conoció en el 2004, cuando de regalo de cumpleaños se lanzó a verlos tocar a Fresnillo. Allí compró su CD, La última noche del mundo (título tomado de un relato de Ray Bradbury, por supuesto), y se volvió fan incondicional desde entonces. Tuve que chutarme todas las rolas día y noche cada vez que lo visitaba, aprendérmelas de memoria. Yo ni siquiera tenía el CD, pero me las aprendí todas. De hecho me sé los samplers de las películas Veneno para las hadas, Volver al futuro y Fando y Lis, que usa Austin TV en sus rolitas. Tanto es el fanatismo de mi hermano por la banda de los conejos.

Reconozco que de inicio me mostré escéptico. Como siempre. Pero cuando los vi en vivo, la banda terminó por convencerme. Es normal que una banda de rock sea mucho más poderosa en escena, pero lo cierto es que los muchachos de Austin TV no puede reprochárseles nada. Lo entregan todo en cada toquín. La primera vez que vi a la banda en vivo fue en diciembre pasado. La revista que dirige de Mayra (Complot) organizó una tocada en el ex Nafinsa del centro histórico del DF. Hoy volví a verlos. Chio San y compañía estuvieron en Zacatecas por segunda ocasión. No sabía exactamente qué esperar de los austins esta vez. Uno nunca sabe qué esperar con sus performances. Lo cierto es que me topé con una banda que está entrando a la madurez tanto musical como escénica. Austin siempre le ha dado importancia a la parte visual de sus shows y ésta no fue la excepción.

Las bandas abridoras fueron tanto de emo como de post-hardcore. La más dura y la más hecha de todas, Aurum, de Guadalajara (de entre lo mejor del emo nacional, me parece). ¿Podría Austin, con sus máscaras de conejitos, superar toda esa energía sobre las tablas? Lo hicieron. Y de qué manera.

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Chio San enmascarada y en acción

¿Cómo definir el sonido de la banda? Es difícil por la gran cantidad de bagaje musical fluctuando aquí y allá en cada pieza. Desde Mogwai y Radiohead hasta el progresivo indie-punk The Mars Volta y el emo-core. La diversidad en la paleta sonora del grupo va desde los pasajes atmosféricos a “Ashia” hasta el poder explosivo de “Roy Rogers”, siempre inyectada de una buena dosis lúdica y relajada. Es claro que a la banda de los conejos no les interesa hacerle guiños al mercado. Es más, poco les importa no tener un vocalista y, por lo tanto, tampoco letras y estribillos catchy que vendan discos por millares. Sus rolas se alejan a leguas de distancia de las estructuras del pop tradicional que abarrota los charts y las rotaciones radiales. Si encuentran un tema, simplemente se dejan guiar por la música, lo explotan hasta sus últimas consecuencias. Esta honestidad se agradece. Es clara una influencia (no sé que tan deliberada o qué tanto debido a las cualidades técnicas de sus ejecutantes) de la manera en que se trabaja en el minimalismo: los instrumentistas de Austin traslapan capas y capas de sonido, delays, ecos, loops y ostinatos que forman un continuo de movimiento sonoro. El Chato e Isachar se desviven en el escenario, golpean sus guitarras hasta hacerlas sangrar: lo que de entrada parecerían un par de nerds con dos guitarras eléctricas, se transforman con el calor del concierto en sendos malabaristas que patean toda la duela como posesos, sobre todo cuando le pisan al overdrive para reventarse pasajes hardcore (la gente no se decide entre abrir el slam o quedarse quieta escuchando con atención). Mientras que el Ratón parece estar en su mundo, en un orgasmo continuo entre él y su bajo. Xna Yer está en lo suyo siempre, aunque no pierde ocasión para mostrar sus dotes histriónicos con el público. La Chio San, por su lado, es el cerebro electrónico del grupo y pieza fundamental para la particularidad de su sonido: las atmósferas electrónicas aletargadas o asfixiantes, la selección de samplers como preludio a un clímax típicos de Austin, están en sus manos.

¿Cómo resumir lo que es Austin TV? Un grupo de amigos, un montón de geeks que un buen día decidieron formar una banda y no sonar como nadie más. Lo han logrado. Tienen una voz distintiva que no se parece a nada. Lo logran en cada nueva presentación, en cada nueva rola, y terminan echándose hasta al público más duro a la bolsa. Como a mí esta noche. Como hoy que me incluso me sacaron una tremenda sonrisa de puro placer al final. Se encendieron las luces de nuevo. La gente comenzó a marcharse. Chio San levantó la mano, como luego de haber estado en un trance profundo, embedida en sus sintetizadores, y me dijo adiós.


Pocos grupos con esa vibra tan electrizante. Pocos grupos tan honestos. Lo digo de verdad y con alegría. Lo de Austin es muy honesto. Pocos grupos que vivan el rock con esa pasión, día a día y sin reservas. Gracias, Austin, por esta noche.