: presentación de
el futuro no es nuestro




La antología de narradores y narradoras nacidos en América Latina en la década de los setenta, El futuro no es nuestro (Eterna Cadencia, 2009), fue presentada por el tándem de representantes argentinos en Buenos Aires. A saber: Samanta Schweblin (oaxaqueña por adopción) y Oliverio Coelho.



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Nuestros amigos Samanta y Oliverio se divierten en la presentación.





El futuro no es nuestro: voluntad y apuesta latinoamericana por el caos, la mentira y la ficción.
Texto de presentación por Diego Trelles Paz


Binghamton, NY. 10 de marzo 2009.

Si no me equivoco, esta es la primera vez que voy a presentar un libro en el cual, como autor, me encuentro más cercano a la verdad que a la mentira. Escribo aquí verdad entre cursivas, pensando en esa labor metódica y analítica del crítico que busca descubrir un sentido, una lógica o una armonía en textos donde probablemente sólo hay historias y escritores cuya urgencia vital es contarlas. Escribo también mentira queriendo decir ficción, y dándome cuenta de que no encuentro nada más perturbador y cautivante que la libertad y el libertinaje que, a través de ella, posibilitan el engaño, la falsificación, la fantasía, el embuste.

Esto que afirmo parecería paradójico, sobre todo si tomamos en cuenta el hecho de que, siendo el antólogo de El futuro no es nuestro, mi primer acercamiento a los relatos de esta selección estuvo condicionado por la búsqueda de un orden. Es decir, tuvo cierta voluntad taxonómica y la ingenuidad de pretender uniformizar lo que, desde el inicio, se había mostrado como fugaz y disperso. Mi enfoque inicial fue, pues, negligente; y lo fue porque no me había dado cuenta de algo que ahora, a casi dos años de iniciado este proyecto, propongo casi como un declaración de principios: El futuro no es nuestro es una antología hecha por escritores. Su preocupación medular no es otra que la ficción y, cuando digo ficción, me refiero específicamente a la recuperación de ese diálogo germinal entre el autor y el lector que le da a la literatura su único fuego pertinente.

De manera, pues, que si en algo busca diferenciarse esta selección de escritores nacidos en América Latina entre 1970 y 1980 -decenio que elegí, entre muchas otras razones, para establecer un corte temporal y diferenciarlos de la promoción previa de escritores nacidos alrededor de 1968- eso es, desde mi perspectiva, una necesidad legítima de atraer a cualquier lector a nuestros cuentos y novelas sin pantomimas mercantiles, sin el condicionamiento y el peaje o la aduana de las editoriales transnacionales, sin rótulos ni abreviaturas ni prefijos ni onomatopeyas de fácil memorización, sin escritores de peso que nos apadrinen y obsequien salvoconductos, sin esa necesidad obsesiva de creer que uno se valida como escritor ante los ojos del mundo insertándose a la fuerza en el mercado literario y en la academia universitaria estadounidense. En breve y sin pelos en la lengua: sin ser más o menos importante que cualquier otra antología previa o simultánea, El futuro no es nuestro busca ser leído y juzgado por su literatura. No hay, pues, aquí agenda publicitaria. No existe ni la más mínima voluntad de convertirlo en vehículo de promoción con mirada telescópica. No hay cabezas visibles ni caudillos. Lo que hay, o al menos lo que pretendí mostrarle al lector, es la radiografía imperfecta de lo que se ha venido escribiendo en América Latina en los últimos diez años. Lo que se establece y anuncia -y perdónenme aquí la imprudencia de la auto-cita- es la demarcación de un terreno propio bajo la certeza de que “en la literatura, como en todo arte, sin rupturas no hay relevos”.