: carta de leonardo da jandra





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El jueves pasado nuestro amigo el escritor Leonardo da Jandra y su compañera la pintora Agar García Arteaga, fueron despojados definitivamente de la que había sido su casa desde hace casi 30 años. Ésta es la carta que publicó ayer Leo en El Universal.




"Hace treinta años, mi compañera y yo llegamos a Huatulco. Desde entonces nos dedicamos a dar lo mejor de nosotros y a recibir los dones de esa naturaleza prodigiosa y de su gente auténtica y altiva.

Todo transcurría en un entendimiento armonioso, hasta que el PAN llegó al poder y sus burócratas desarrollistas descubrieron que había una selva y una playa de belleza incomparable dignas de ser sublimadas con un campo de golf y cientos de cuartos acondicionados para darle la estancia más gratificante a los altos funcionarios y ejecutivos que, con su esfuerzo y sacrificio, hacen posible la extraordinaria bonanza que se vive en el país y a nivel global.

Con tal fin, y con la ayuda del seudoambientalista que dirige la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, llamado Ernesto Enkerlin, movieron la poligonal del parque (la primera vez que se hace en México y una prueba de lo que le espera a todas las áreas protegidas) y obtuvieron el corazón del valle de Cacaluta y los cerros comprendidos entre Cacaluta y Maguey a cambio de un arenal y un basurero público.

Al oponernos decididamente a tamaño ecocidio, los cerebros estructurados con varillas y cemento que ahora dirigen Fonatur, nos inventaron una demanda legal que sería jocosa si no fuera patética.

Después de más de dos décadas de vivir en Cacaluta, con una posesión comunal otorgada cuatro años antes de que llegara Fonatur a Huatulco, con varios testigos fundadores de Santa Cruz e innumerables pruebas escritas y filmadas, los cruzados de la ley y el orden nos acusaron de haber invadido el terreno que nos había costado en 1979 un auto del año, y de vivir ilegalmente en la casa que habíamos construido con nuestras propias manos.

Por supuesto que la corrupta justicia que padecemos les otorgó la razón, y el jueves pasado perdimos irremediablemente nuestra humilde casita en medio del parque Huatulqueño.

De nada valieron las cartas que enviamos a Los Pinos pidiendo que nuestra casa quedara como una residencia para artistas y un museo comunitario donde se exhibieran algunos cuadros de mi compañera y los manuscritos de mis libros.

Jamás obtuvimos una respuesta, porque para los arrogantes panistas responder es rebajarse.

Pedir perdón y reconocer los errores es algo inadmisible para los nuevos paladines de la cruz y la espada. Ellos pretenden salvar a México y al mundo de la amenaza del mal, aunque los mexicanos estén cada vez más hundidos en la violencia y la miseria, y en el mundo la imagen de México haya caído a niveles de vergüenza.

Al igual que los fariseos y los saduceos que condenaron a muerte a Jesús, los panistas se asumen como guardianes sagrados de la ley, y no les importa que esa ley, a la que le rinden un fervor casi religioso, sirva exclusivamente los intereses de los que se enriquecen destruyendo el patrimonio natural y chupándole la sangre al pueblo.

No, ni en las próximas elecciones ni en lo que me resta de vida votaré por el PAN. Y conste que no me mueve el odio hacia esos pobres burócratas inmorales que olvidan que están en sus cargos para servirnos y gracias a nuestros impuestos.

Sé que la casa donde escribí Entrecruzamientos, Huatulqueños, Samahua y La Almadraba será con toda seguridad derruida en un acto vandálico característico de los enemigos de la cultura y de la memoria histórica; durante los últimos cuatro años he venido lamiendo mis heridas y preparándome para lo inevitable.

Pero no quiero dejar de hacer lo que esté a mi alcance para evitar que la injusticia que se cometió conmigo se siga cometiendo con otros que en el futuro vivan circunstancias semejantes, porque como dijo el más grande filósofo de la antigüedad en su inmortal República, no se castiga al infractor por los delitos cometidos, sino para evitar que se sigan cometiendo."

-Leonardo da Jandra