: antoni casas ros,
oaxaca, teoría de las catástrofes



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Nunca he sido enfermizo, al contrario: salvo mi daltonismo congénito la salud es lo que siempre tengo de sobra (tanto así que en la infancia para faltar a la escuela o para llamar la atención tenía que inventarme enfermedades que veía con envidia en otros niños); pero noto un patrón: la enfermedad me hace querer escribir (o querer coger, para el caso). He caído en una fiebre súbita este día. Cuerpo cortado. Flujo nasal. Dolor de cabeza. Espero que no sea A H1N1. En sueños, sin poder levantarme de la cama, hace un rato creí recordar a Antoni Casas Ros como la última vez que estuvo aquí en Oaxaca, hace casi un año, tal como sucede en la escena final de su primera novela. En el sueño, Antoni, fiel a su primera vocación (las matemáticas), me hablaba de cómo influyó la teoría del caos en su escritura y en su nueva novela, y me recomendaba que escribiera una novela sobre la teoría de las catástrofes de René Thom (de quien me regaló sus dos libros de ensayos para ponerme al tanto), sobre el levantamiento social en Oaxaca, sobre sexo, mucho sexo, y sobre artefactos explosivos, muchos artefactos explosivos. Le hice caso. Antoni, sin quererlo, y entre los sueños afiebrados, me dio la clave. A la fecha van casi 200 páginas de esa novela matemática. Aprovecharé el insomnio de hoy provocado por la efedrina para hacerla avanzar. Encuentro casualmente que en Letralia se menciona ese último viaje de Antoni a Oaxaca, cuando sentados los dos en una mesa, entre algunos mezcales y varios transexuales, surgió la idea de esta novela. Salud.





Alexandra Lemasson lee "Vulcano", un texto de Antoni Casas Ros.




Casas Ros & familia
Juan Pablo Plata

Fernando Pessoa fue un escritor portugués que tuvo en vida más de cuarenta nombres clandestinos para escribir literatura y periodismo, entre ellos están: Fernando Caeiro, Alvaro Do Campos, Ricardo Reis, Chevalier de Pas, Alexander Search, Charles Robert Anon, A.A. Cross, Antonio Mora, Bernardo Soares, Vicente Guedes, Coelho Pacheco, Abilio Cuaresma, Inspector Guedes, Rafael Baldaya, Faustino Antunes, Barão de Teive, Jean-Seul de Méluret, Dr. Gomes, Tío Puerco, Pero Bothello. Cada nombre corresponde a una ideología, gustos y formas de ser definidas, y todos son y no son Pessoa.

Frederick Philip Grove nació en Radomo, antigua Prusia. Fue bautizado comoFelix Paul Greve y creció en Hamburgo. Al llegar a Manitoba, Canadá, a comienzos del siglo veinte, adoptó el nombre de Frederick Philip Grove y se hizo pasar por anglosueco. También usó otros nombres y nacionalidades: F. C. Gerden para publicar traducciones canadienses de Ernest Dowson y Robert Browning y Honrad Thorer para las de Miguel de Cervantes y Alaine-René Lesage.

Jusep Torres Campalans y Luis Álvarez Petreña son entelequias creadas por el novelista Max Aub. Develadas por el mismo Aub, las suplantaciones fueron famosas por inventar las vidas de escritores y pintores con el fin de burlar la presunción de los coleccionistas y los corredores de arte.

Pedro-Juan Valencia, autor de Eclipse de cuerpo, es posiblemente el escritor colombiano Darío Jaramillo Agudelo. Si Pedro-Juan existe es un ex criador de perros, ex traductor perseguido por toda Latinoamérica por asuntos sombríos y actualmente reside en el Caribe.

Laura Albert timó por más de seis años a la industria editorial, la prensa mundial y muchas celebridades fotografiadas con el fementido J. T. LeRoy: supuesto joven narrador de sus experiencias personales como prostituto y drogadicto en el estado de Virginia, rubio y portador del VIH. El director de cine Gus Van Sant estuvo cerca de adaptar su novela Sarah, pero declinó cuando la treta fue desenmascarada en una corte judicial, en donde Albert concedió ser el autor verdadero de los libros y se supo de la personificación de su cuñada como Leroy.

William Oldham, cantante indie y poeta, ha ideado el personaje de Bonnie “Prince” Billy para su nombre artístico. Ha cambiado el nombre de su banda muchas veces.

Francisco Casavella fue el seudónimo de Francisco García Hortelano, recientemente fallecido. Nunca firmó con su nombre de pila para evitar posibles conflictos de filiación con el autor Juan García Hortelano.

En compañía de los anteriores va ahora campante el mito de Antoni Casas Ros, titular de El teorema de Almodóvar. El teorema es ficción autobiográfica sobre un matemático catalán con el rostro desfigurado luego de un accidente automovilístico contra un venado, en la noche de celebración de sustentación de tesis. El personaje, el mismo Antoni, nos habla del renacer de su vida cuando decide dedicarse a la literatura y descubre el cine de Pedro Almodóvar y la sexualidad con transexuales y el gusto de observar los barcos en el puerto de Génova. Dice el escritor Tryno Maldonado haber visto a Casas Ros en la XVIII Feria del Libro de Oaxaca, México de 2008. Algunos dicen que es un invento de Seix Barral para vender libros como churros calientes, otros hablan de las posibles firmas detrás del nombre ¿falso?: Rodrigo Fresán, Sergie Pàimes, Eduardo Mendoza y Vila-Matas.

Si sobresale el asunto de Casas Ros es porque la escritura de la novela es de altura y ya ha recibido en Italia la distinción de Mejor Libro Novel de 2008. El misterio sobre la identidad de Casas Ros parece la copia local del mito de Pynchon para la comunidad hispana. A lo mejor Thomas Pynchon sea Casas Ros con un seudónimo prestado a Pessoa.

Estos fingimientos parecen obligar a una lectura sin preocupaciones por la vida del autor, para seguir la sugerencia de más de dos mil años del Oráculo de Delfos con una adición: “Conócete a ti mismo”,así sea leyendo a un desconocido.