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Avispero es una plataforma independiente y plural de crítica literaria, arte y actualidad con base en Oaxaca, México.

En un mundo donde el concepto de estado-nación pareciera haber sido suplantado por la noción de aldea global, ¿cuál es la pertinencia de entablar una crítica a partir de lo que solían llamarse literaturas nacionales? En cada número de Avispero pretendemos visitar distintas tradiciones nacionales como punto de arranque para la búsqueda de estos ejes identitarios en permanente resistencia y transición, fuera de tendencias hegemónicas y mundializantes. Queremos realizar un enfoque crítico desde nuestra época y elaborar una visión coherente de dichas tradiciones, una búsqueda transversal de señas de identidad nacional a partir de sus literaturas y manifestaciones artísticas, desde las consumadas y canónicas hasta las emergentes y más polémicas. Eso sin perder nunca de vista la realidad actual y las propuestas emergentes. Nos interesa entablar un diálogo cercano con las manifestaciones literarias y artísticas hispanoamericanas que consideramos nuestras contemporáneas. Todo esto en la certeza de que cohabitamos un continente común: el español.

En este primer número decidimos abordar distintas facetas de la cultura, la creación, la ciencia y el pensamiento de Suiza, un país que, más allá de prejuicios y estereotipos, resulta bastante más complejo al momento de ahondar en su historia y en sus literaturas: una confluencia de distintos idiomas, culturas, regiones y tradiciones a veces disímiles y contradictorios. Tal es el caso de la exquisita escritora contemporánea Fleur Jaeggy, que adopta la lengua italiana para elaborar mundos gélidos e inquietantes; o la más reciente figura del panorama literario suizo: Peter Stamm, que ha decidido mirar hacia la tradición del relato anglosajón y dar la espalda a la germanofilia y a las novelas de ideas de sus predecesores. Fritz Zorn, el enigmático seudónimo del joven burgués que impactó al mundo hace tres décadas con sus coléricas memorias póstumas sobre el cáncer, es desentrañado en este número desde su propia poética de la enfermedad. Una lectura renovada y muy completa de Robert Walser y su particular sistema narrativo, que se sigue emulando hoy en día, están revisados también aquí. Charles-Ferdinand Ramuz y sus mundos sobrecogedores que tanto marcaron a Rulfo es traído a la luz de nuestros tiempos. Las ficciones de Max Frisch sobre la vida artística son diseccionadas del mismo modo que revisitamos al científico Leonhard Euler, creador del primer sistema de teoría matemática de la música, bajo la óptica de las nuevas teorías en musicología. Un ácido y puntual recuento de los diarios del químico suizo Albert Hofmann y el desarrollo del LSD rematan de manera formidable este primer número dedicado a Suiza. Mientras que en nuestra versión electrónica (www.avispero.mx) elaboramos un completo perfil de Carl Jung.

Es de este último de quien extraemos una imagen reveladora sobre la profunda naturaleza de Suiza y su relevancia en la historia occidental reciente. En 1912 –según lo relatado por Mircea Eliade en su Diario– Jung había sido víctima de un réve éveillé: veía cómo el mapa de Europa iba cubriéndose de agua, un país tras otro, empezando por Francia y Alemania. Pronto todo el continente estuvo bajo las aguas, excepto Suiza. En su lugar parecía haber una montaña muy alta que las olas no podían anegar. Jung se veía en esa montaña. Observó con atención y advirtió que el mar era de sangre. En la superficie flotaban cadáveres, techumbres de casas, vigas quemadas, etcétera. Este “sueño despierto” lo tuvo en octubre de 1913. En diciembre volvió a repetirse, y siempre al entrar en el mismo túnel de tren en dirección a Schaffhausen (penetración en el inconsciente colectivo, interpretaría él más tarde). El 31 de julio de 1914, después de haber hecho una ponencia sobre la esquizofrenia, que temía que empezaba a manifestarse en él, Jung se enteró por los periódicos de que había estallado la guerra.

-El editor.