: yo sé quién es antoni casas ros






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Imagino que como respuesta a mi post "Yo tampoco soy Antoni Casas Ros", recibí el día de ayer un misterioso e-mail que aquí les comparto sin más preámbulos. 



Yo sé quién es Antoni Casas Ros

Verdad 1.
Carax el personaje de la Sombra del viento es un sujeto con el rostro hecho pedazos, que escribe novelas desde el anonimato y que, por haberse convertido en un monstruo, genera un misterio alrededor de su propia humanidad. El resultado de esta historia es que el libro vende millones de copias. En otro lugar, por aquellos días, un grupo de escritores departe una cena. Es enero o febrero de 2007. Tras hacer un recuento de lo sucedido en Frankfurt y en Guadalajara, el tema está por brotar, un escritor por nacer. Primero bordean por los terrenos de la literatura y el mercado, luego caen en la metaliteratura y aquellos otros argumentos ya clásicos que encabezan la agenda literaria de estos días globales.

Supongamos, pero sólo supongamos para poner rostro a la escena, que estos escritores que cenan son Juan Villoro, Enrique Vila-Matas y un tercero que no se ve bien desde la cámara que los vigila. Pudiera ser una editora reconocida o un escritor argentino. En la cocina la comida está casi lista y el vino y el agua corren por litros. Luego de poner sobre la mesa los millones de euros que ese año ha ganado Carlos Ruiz Zafón, de escuchar comentarios como “la novela es malísima pero a mí me divirtió muchísimo”; “dicen que Zafón se ha vuelto insoportable” o “a mi esa literatura no me interesa” se hace el silencio.

Alguien lo rompe y propone hacer un juego literario.

–¿Por qué no retomamos al personaje Carax e inventamos otro escritor con las mismas características pero que haga buena literatura?

Perfecto. Esa noche deciden el nombre: Antoni Casas Ros. Antoni por ponerle un nombre de Atormentado (originalmente se llama Antonin como Artaud) Casas para relacionarlo con Carax y Casas Ros como un modelo de seducción subliminal anagramática que al lector le diga “Caras Rosas” como las de los quemados, como la del personaje de Zafón cuyo rostro parece nalga de bebé herido.  

Carax de La sombra del viento ha perdido el rostro en un incendio. Nuestros escritores, aconsejados por el tercero (experto en marketing), deciden que Casas Ros pierda el rostro en un accidente. Se estampa contra un árbol, su novia muere. Primer error. En medio del fuego y el envueltos por el automóvil que no ha accionado las bolsas de seguridad, un alce los lame. Como decía Rulfo: la literatura puede ser mentira pero no falsedad.

A pesar del esfuerzo que los escritores han puesto en esta novela matemática, el segundo error de la impostura está en la ficha de autor de Casas Ros. Esta dice: nació en la Cataluña francesa. Ningún francés nacido de Perpignan a Aiguas Mortas, dice de sí mismo que nació en la Cataluña francesa, como ningún francés dice que es occitano. O bien Casas Ros es catalán de Barcelona o bien sus inventores cometieron un traspiés de verosimilitud literaria. Verosimilitud que se produce en un tercer y último desliz: el paso mágico e inexplicable del joven guapo y apuesto cuya novia parece diosa de Vanity Fair al monstruo que amanece convertido en gay deformado y adicto a los transexuales ¿Por qué ponerte feo te convierte en gay? El argumento es tan insulso como conservador.

Me imagino el diálogo en esa cena de escritores:

–Que Casas Ros sea catalán pero que no lo sea. No quiero que me relacionen.
–Muy bien, que sea catalán de la Cataluña francesa.
–Pero incluyamos un elemento que nos rete –dice el argentino– que sea amante de un travesti o un psicoanalista.
–Eso hará que la historia parezca una película de Almodóvar.
–Perfecto –dice Vila Matas– incluyamos a Almodóvar en la novela.
–Bueno sí, pero que a fuerza aparezca México.

Durante tres meses los escritores y el editor redactan el divertimento. Reconocen los traspiés, los dejan a propósito: escriben como autor nacido en los setentas y se burlan del mundo como Bustos Domeq. El producto final es una biografía apócrifa escrita en forma de novela. El teorema de Almodóvar es una historia destinada a convertirse en el clásico de una generación inexistente. Y curiosamente su autor tampoco existe.


Verdad 2.
Cuando, a las afueras de Madrid, Pedro Almodóvar filmaba Volver, recibió la visita del escritor Gustavo Martín Garzo y su hija Elisa. Mientras preparaban las prótesis de Penélope Cruz, Almodóvar le preguntó al escritor si no tenía una historia para él. Una hora después decidieron inventar a un personaje tan falso como las tetas con que Penélope esperaba su llamado a escena. Esa noche, Almodóvar empezó a escribir el guión y Martín Garzo el libro.


Verdad 3.
Durante un encuentro de los escritores y editores que se reúnen cada jueves en el Cheers de Barcelona escuché la siguiente anécdota: La verdad es que casas Ros es chicano. Entonces el sujeto extrae una fotografía y muestra la foto del supuesto Casas Ros con su mujer Sandra, a quien en El teorema de Almodóvar ha matado. El mismo sujeto, alzando las tetas nos dice:

–Todo lo demás es cierto: Casas Ros sólo tiene contacto con sus editores en Francia y España y con su madre. Almodóvar prepara un guión sobre su vida y yo fui su novio en la Autónoma. En ese entonces me hacía llamar Lisa.


-Pablo Raphael
(Texto que aparecerá en el número de invierno de la Revista Cero)