: otro día normal en méxico




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Calzada de la República después del asesinato, 
hoy por la mañana, Oaxaca.


Alrededor de mediodía yo seguía dormido. La noche anterior había intentado escribir. Sin éxito, como siempre: puras pendejadas. Me despertó un ruido ensordecedor que me hizo salir de la casa para ver qué estaba sucediendo. Los inquilinos de los otros departamentos también salieron a ver qué pasaba. "Helicópteros", dijo una mujer. "Ya mataron o secuestraron a otro", sentenció como dando el clima y se siguió de largo. Nada fuera de lo común para la gente de Oaxaca. Helicópteros de la policía sobrevolaban el cielo de la ciudad. Uno de ellos daba círculos muy cortos y peligrosos sobre nuestras cabezas. Nunca había visto maniobrar un helicóptero tan cerca de la superficie, ni siquiera cuando Oaxaca estuvo sitiada por la PFP. Sobrevolaba tan bajo que podían verse las caras de los policías que lo tripulaban. Pensé que podría venirse abajo en cualquier momento y no muy en el fondo era eso lo que me hacía mirarlo sin parpadear: que los putos policías se vinieran al suelo con todo y helicóptero. ¡Me haría tan feliz el día! En las calles aledañas del centro el tráfico vehicular estaba imposible. Ya lo había dicho la mujer, nada del otro mundo. En pleno centro de la ciudad, bajo el sol del mediodía, el ex coordinador de Seguridad Pública de esta ciudad fue acribillado a balazos mientras iba en su coche de lujo con su hijo. Nada que nos sorprenda, ni siquiera que nos inquiete a los que vivimos aquí. Pensé en lo tedioso del tráfico pesado bajo ese sol salvaje y en que tenía que ir a pagar el recibo de la luz. Pensé en lo horrible que sería ir a comprar algo para comer con ese caos en la ciudad. El golpe del sol me empezó a provocar jaqueca. ¡Qué hueva! Un muerto. Dos muertos. Tres muertos. Cien muertos. Trescientos muertos. Mil muertos. Tres mil. Cinco mil. Ya qué más da. Ni siquiera puedo imaginar ese número de cadáveres apilados unos encima de otros. Ni siquiera las fotos de Gaza, que se quedan tan cortas, podría ayudar a la imaginación. Así que cerré la puerta y volví a dormir otro rato. Así es la vida en Oaxaca. Así es la vida en México. Bienvenidos. Welcome.